Cerca del final de El tesoro de Sierra Madre, cuando no
debía caber más que la desesperación, Curtin dice una frase que se hace
especialmente hermosa con su gesto de sonrisa inocente y algo ausente, como de
sabiduría recién adquirida:
“Lo peor no es tan malo cuando finalmente ocurre”.
En el contexto de la película,
la frase es vitalista y positiva. En España nos está tocando la implicación
negativa de ese pensamiento. Lo peor no es nunca tan malo que no pueda
empeorar. Sean elecciones en Cataluña, paro o palabras o gestos del Gobierno
(cualquier palabra, cualquier gesto del Gobierno), nada es tan malo que no se
pueda degradar más. La Iglesia sólo utilizó este año la palabra “injusto” para
referirse al matrimonio homosexual. Aznar dice sufrir por España y Tejero denuncia
a Artur Mas. Los dos, cada uno por sus motivos, sienten que es el momento de emerger
(será la descomposición, porque primavera no es). Siempre pensé que el verano
es la estación para disfrutar de lo que tenemos y el invierno la estación para
atesorarlo y alegrarnos por tenerlo, para mirarlo como los niños cuando repasan
sus juguetes antes de dormir. Estas Navidades más que nunca, despreciemos a los
necios y seamos lo que somos. Lo peor no fue tan malo como para que no lo sigamos
siendo.
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