viernes, 18 de enero de 2013

LAS LÁGRIMAS DE SORAYA



Quede claro desde el principio que en olfato Soraya va un palmo por delante de sus colegas de Gobierno (y varios por detrás de Esperanza Aguirre y los políticos de más fuste, quienesquiera que sean). En ella se advierte esa incomodidad que vemos en el chico educado de barrio cuando los amigotes que lo acompañan incomodan a todo el mundo con sus vozarrones y sus humoradas y audacias groseras. El Gobierno ES DURO: está aplicando con determinación medidas que producen sufrimiento. ES INJUSTO: sólo como humor negro puede entenderse que Rajoy diga que está repartiendo las cargas equitativamente. Mientras persiguen la posible ayuda que prestan los ancianos padres a parados de 400 euros al mes, no pidieron NADA excepcional a las rentas altas, no vayan a marcharse del país o llevarse el dinero a Suiza como un tesorero del PP cualquiera. ES INMORAL: no modificó en NADA las conductas excesivas o abiertamente delictivas en la gestión pública que llevaron a la ruina a España. ES SECTARIO: en plena inundación o en pleno terremoto o huracán parece que deberíamos descaifeinarnos ideológicamente un poco, ir más a mínimos de supervivencia y entendimiento, achicar el agua y aplazar cuestiones de diseño para un poco más adelante. Pero es ahora justo cuando los ministerios de justicia y educación están bañando de opus dei y extremismo nuestra convivencia. ES GROSERO: para dar respetabilidad a la violencia de sus decisiones, no duda en denigrar a quienes se duelen de ellas. Enredan en la media hora del café, exclaman que ojalá todos trabajáramos como los militares en misiones externas, trasladando siempre a la opinión pública nacional e internacional que aquí nadie trabaja para dar un algo de dignidad a su mano dura. Insultan y desprecian a quienes protestan de forma organizada para dar decoro a la violencia física de la policía y a la merma efectiva de derechos. Celebran, ríen y se burlan cuando se cuentan en el Parlamento y ven que son más y que los otros siempre pierden. Su grosería se multiplica porque levanta ciertas barreras de contención a columnistas y periódicos próximos y se dispara la zafiedad de su base mediática. Ahora ya podemos leer como si tal cosa que por qué hay que pagar vacaciones, si es un período en que no se trabaja. Supongo que estarán pensando descontarnos del sueldo los fines de semana, que no trabajamos, y las noches, que de tan improductivas son ya una amenaza para el país.

Y Soraya está incómoda. Ella nota las miradas de la gente, le gustaría pedir a su gente que no gritara tanto y que dejaran de beber. Y luego tenía ahí esa imagen tan recurrida de Elsa Fornero, que se quebró para dar malas noticias a su país. Así que decidió ser amable. Y sensible. Y sentimental. Como digo, Wert, Gallardón o Ana Mato sólo valen para lo que están haciendo: bronca y grosería. A Soraya se le ve más educada y más capaz de estar ahí en tiempos más amables y con compañías más civilizadas. Ya quiso poner gesto grave poco después de la sesión del “que se jodan” porque debió ser la única que percibió el efecto de tanta risa y tanto aplauso mientras la nación se compungía. Y ahora, con la firma del convenio para el Fondo Social de Viviendas, por el que se financian a bajo coste seis mil alquileres para gente en situación de desahucio, quiso ser la madre, la hija y la hermana de todos los necesitados, y hasta dosificó silencios para ser Elsa Fornero 2.0. Pero me temo que el vídeo con su intervención no le hace ningún bien. En el mejor de los casos, provoca ese pudor que hace bajar la mirada (qué injusta es la vergüenza ajena, caray) y en el peor ese movimiento de cabeza mordiendo el labio inferior con el que rechazamos lo que vemos. Fue una interpretación y no fue buena. Algunos detalles:

Sentimentalismo: la expresión de las emociones es egocéntrica. No egoísta, egocéntrica. Estamos genética y evolutivamente programados para empatizar con las emociones ajenas. En su día fue importante que tu susto y terror me asustase y aterrorizase a mí, sin percibir la causa, para echar a correr y que no me comiesen. Cuando estallamos en cólera o en entusiasmo, cuando bramamos de amor o deseo, nos hacemos imanes y somos el centro. Los demás no lo pueden evitar porque así fueron tallados por la evolución, para no ignorar una emoción próxima. Por eso la expresión de emociones es inmodesta. No quiere decir que sea mala, no siempre la inmodestia es mala. En la intimidad hay que ser así. En la vida social, al menos en el sur, nos gusta esa electricidad. Pero la modestia debe ponerle límite y sobre todo distinguir situaciones. En sociedades más colectivas, como la japonesa, la gente reprime más sus emociones en público por modestia y por no ser invasivos. El Gobierno, si no modesto, debe ser prudente. No debe poner peinetas, cagarse en dios o pegar saltos y abrazarse como un futbolista cuando marca un gol. Ni llorar por los desamparados y compungirse por los desahucios. Debe tener gravedad, compostura, no emotividad desbordada. Eso es inmodesto, roza e irrita.

Lo accesorio en los altares. Muchas veces se cree que se está yendo al fondo humano de las cosas, a poner rostro y voz a las situaciones, reteniendo la atención sobre casos concretos y circunstancias individuales muy detalladas. La cadena SER inserta en su informativo mañanero un llamado “diario de la crisis”, donde en unos minutos alguien cuenta cómo perdió el trabajo y cómo no lo encuentra. Podemos oír a una señora hablar de su desmoralización y de cómo además a veces la pareja no sintoniza y no apoya y a la presentadora que claro, claro, luego están los comportamientos de la pareja, el respaldo que no se da. Concentrar la atención sobre lo poco y no significativo no es más que una distracción. No necesitamos lágrimas vicepresidenciales por seis mil necesitados en un país donde en meses fueron desahuciados CIENTOS DE MILES y donde siguen en vigor las leyes por las que era un CHOLLO dar créditos hipotecarios a quienes no podían devolverlo, porque en caso de impago el acreedor se quedaba con el piso y el deudor seguía (sigue) endeudado con él. Se necesitan cambios legales evidentes y actuaciones obvias que la gran banca no quiere y que el gobierno lloroso, entre hipos de tanto llanto, niega todas las veces que se proponen. Una vez más, modestia, compostura.

Mala interpretación. La interpretación, la impostura, si no se es Felipe González en persona, mejor no intentarla. No salió bien. Las señales animales sólo pueden ser instantáneas y darse en caliente. No pueden hablar en diferido como las lingüísticas. Nosotros podemos hablar de lo que pasó ayer y no está pasando, o de lo que va a pasar o tememos que pase, pero no está pasando. Los animales sólo pueden dar el chillido de alarma cuando están alarmados y sólo pueden piar por comida cuando tienen hambre; no pueden piar por el hambre que tuvieron ayer para contarlo. Nuestros gestos y entonación son animales. Nuestras palabras pueden decir algo de ayer, pero nuestros gestos sólo pueden expresar algo sobre el momento, funcionan en caliente o no funcionan. Por eso es más fácil mentir con palabras que con tonos o ademanes. Cuando la emoción es auténtica, la modulación de la voz y la amplitud y rapidez de los gestos la acompañan armónicamente y la dibujan como un mapa detallado dibuja la costa de Galicia. La interpretación de Soraya me recordó al mapa de África, hecho de líneas rectas, sin transiciones ni entrantes y salientes. Sus ojos están siempre muy abiertos, la mirada es más atenta que expresiva, porque está pendiente de la reacción de la concurrencia. Cuando estamos emocionados, nuestro tono se debe más a lo que llevamos dentro que al efecto que queremos causar (lo contrario que en la enseñanza o en la comunicación pública, donde lo importante es lo que nos entienden, no lo que decimos). Sus ojos son de comunicación pública, no de persona emocionada. Con el gesto hierático que intenta ser compungido, pero con los ojos muy abiertos y atentos, dice “… el derecho a lo mejor a perder un sueldo (?) …”, y de golpe movimiento horizontal rápido, demasiado amplio y sobreactuado para añadir “… pero no a perder una vida”. El movimiento fue excesivo y sin transición, se nota que tenía planificado un pico de efecto emocional con lo de perder una vida. Los silencios están acompañados también de mirada atenta, lo que le da al discurso un estilo de sermón eclesiástico, en vez de silencios de discurso entrecortado y emotivo como se pretende. La entonación es de cartabón, sin caturreo y sin acompañamiento en el gesto. La emoción, si es planificada, si no es aquí y ahora, es impostada. Y esta es abrumadoramente planificada.

¿Indignada, rebelde? Hay un momento estelar hacia la mitad. Dice “… son seis mil viviendas, no es un esfuerzo excesivo, que me perdonen las entidades financieras y cualquiera …”. Nada menos. Que me perdonen la entidades financieras … Agustina de Aragón. Si intentamos calcar una silueta humana sólo con líneas rectas más o menos grandes, inevitablemente nos saldremos muchas veces del original. Los trazos de Soraya son excesivos en más de un momento, se salen de la muestra. Alguien debería explicarle que en un funeral no podemos pretender estar más afectados que el viudo o la huérfana, que eso no es educado. Y su actuación sigue saliéndose de los renglones. El “no es un esfuerzo excesivo” vuelve a ir acompañado de un movimiento sobreactuado y súbito de la cabeza hacia los lados. El gran momento de “que me perdonen las entidades financieras” se acompaña de una fugaz sonrisa cómplice y de una mirada especialmente atenta y saltarina, ávida de captar la reacción de la concurrencia. Luego no sabe cómo terminar la frase y dice “o cualquiera”. Pasa muchas veces a quienes deslizan con inseguridad un chiste en sus discursos o en sus conferencias. El breve momento en que están pendientes de la reacción del público les hace perder el hilo y suelen tener un momento de titubeo o de “basura léxica”.

En fin, Soraya, está bien que quieras ser educada, que encargues informes para ver cómo quitarnos la tirria que os tenemos, que notes que estáis molestando y que les digas a tus acompañantes que bajen la música y vayan a dormirla. Pero límpiate los mocos y sécate las lágrimas. No jodas.


3 comentarios:

  1. Un análisis muy acertado. Me ha encantado leerlo!

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  2. Muy bueno, sí señor. Pones en palabras lo que a veces se nos queda en el borde del pensamiento, intuído, pero no expresado.

    Tienes una nueva seguidora.

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