Quede claro
desde el principio que en olfato Soraya va un palmo por delante de sus colegas
de Gobierno (y varios por detrás de Esperanza Aguirre y los políticos de más
fuste, quienesquiera que sean). En ella se advierte esa incomodidad que vemos
en el chico educado de barrio cuando los amigotes que lo acompañan incomodan a
todo el mundo con sus vozarrones y sus humoradas y audacias groseras. El
Gobierno ES DURO: está aplicando con determinación medidas que producen sufrimiento.
ES INJUSTO: sólo como humor negro puede entenderse que Rajoy diga que está
repartiendo las cargas equitativamente. Mientras persiguen la posible ayuda que
prestan los ancianos padres a parados de 400 euros al mes, no pidieron NADA
excepcional a las rentas altas, no vayan a marcharse del país o llevarse el
dinero a Suiza como un tesorero del PP cualquiera. ES INMORAL: no modificó en
NADA las conductas excesivas o abiertamente delictivas en la gestión pública
que llevaron a la ruina a España. ES SECTARIO: en plena inundación o en pleno
terremoto o huracán parece que deberíamos descaifeinarnos ideológicamente un
poco, ir más a mínimos de supervivencia y entendimiento, achicar el agua y
aplazar cuestiones de diseño para un poco más adelante. Pero es ahora justo
cuando los ministerios de justicia y educación están bañando de opus dei y
extremismo nuestra convivencia. ES GROSERO: para dar respetabilidad a la
violencia de sus decisiones, no duda en denigrar a quienes se duelen de ellas.
Enredan en la media hora del café, exclaman que ojalá todos trabajáramos como
los militares en misiones externas, trasladando siempre a la opinión pública
nacional e internacional que aquí nadie trabaja para dar un algo de dignidad a
su mano dura. Insultan y desprecian a quienes protestan de forma organizada
para dar decoro a la violencia física de la policía y a la merma efectiva de
derechos. Celebran, ríen y se burlan cuando se cuentan en el Parlamento y ven
que son más y que los otros siempre pierden. Su grosería se multiplica porque
levanta ciertas barreras de contención a columnistas y periódicos próximos y se
dispara la zafiedad de su base mediática. Ahora ya podemos leer como si tal
cosa que por qué hay que pagar vacaciones, si es un período en que no se trabaja.
Supongo que estarán pensando descontarnos del sueldo los fines de semana, que
no trabajamos, y las noches, que de tan improductivas son ya una amenaza para
el país.
Y Soraya está
incómoda. Ella nota las miradas de la gente, le gustaría pedir a su gente que
no gritara tanto y que dejaran de beber. Y luego tenía ahí esa imagen tan
recurrida de Elsa Fornero, que se quebró para dar malas noticias a su país. Así
que decidió ser amable. Y sensible. Y sentimental. Como digo, Wert, Gallardón o
Ana Mato sólo valen para lo que están haciendo: bronca y grosería. A Soraya se
le ve más educada y más capaz de estar ahí en tiempos más amables y con
compañías más civilizadas. Ya quiso poner gesto grave poco después de la sesión
del “que se jodan” porque debió ser la única que percibió el efecto de tanta
risa y tanto aplauso mientras la nación se compungía. Y ahora, con la firma del
convenio para el Fondo Social de Viviendas, por el que se financian a bajo
coste seis mil alquileres para gente en situación de desahucio, quiso ser la
madre, la hija y la hermana de todos los necesitados, y hasta dosificó
silencios para ser Elsa Fornero 2.0. Pero me temo que el vídeo con su
intervención no le hace ningún bien. En el mejor de los casos, provoca ese
pudor que hace bajar la mirada (qué injusta es la vergüenza ajena, caray) y en
el peor ese movimiento de cabeza mordiendo el labio inferior con el que rechazamos
lo que vemos. Fue una interpretación y no fue buena. Algunos detalles:
Sentimentalismo: la expresión de las emociones es
egocéntrica. No egoísta, egocéntrica. Estamos genética y evolutivamente
programados para empatizar con las emociones ajenas. En su día fue importante
que tu susto y terror me asustase y aterrorizase a mí, sin percibir la causa,
para echar a correr y que no me comiesen. Cuando estallamos en cólera o en
entusiasmo, cuando bramamos de amor o deseo, nos hacemos imanes y somos el
centro. Los demás no lo pueden evitar porque así fueron tallados por la
evolución, para no ignorar una emoción próxima. Por eso la expresión de
emociones es inmodesta. No quiere decir que sea mala, no siempre la inmodestia
es mala. En la intimidad hay que ser así. En la vida social, al menos en el
sur, nos gusta esa electricidad. Pero la modestia debe ponerle límite y sobre
todo distinguir situaciones. En sociedades más colectivas, como la japonesa, la
gente reprime más sus emociones en público por modestia y por no ser invasivos.
El Gobierno, si no modesto, debe ser prudente. No debe poner peinetas, cagarse
en dios o pegar saltos y abrazarse como un futbolista cuando marca un gol. Ni
llorar por los desamparados y compungirse por los desahucios. Debe tener
gravedad, compostura, no emotividad desbordada. Eso es inmodesto, roza e
irrita.
Lo accesorio en los altares. Muchas veces se cree que se está yendo
al fondo humano de las cosas, a poner rostro y voz a las situaciones,
reteniendo la atención sobre casos concretos y circunstancias individuales muy
detalladas. La cadena SER inserta en su informativo mañanero un llamado “diario
de la crisis”, donde en unos minutos alguien cuenta cómo perdió el trabajo y
cómo no lo encuentra. Podemos oír a una señora hablar de su desmoralización y
de cómo además a veces la pareja no sintoniza y no apoya y a la presentadora
que claro, claro, luego están los comportamientos de la pareja, el respaldo que
no se da. Concentrar la atención sobre lo poco y no significativo no es más que
una distracción. No necesitamos lágrimas vicepresidenciales por seis mil
necesitados en un país donde en meses fueron desahuciados CIENTOS DE MILES y
donde siguen en vigor las leyes por las que era un CHOLLO dar créditos
hipotecarios a quienes no podían devolverlo, porque en caso de impago el
acreedor se quedaba con el piso y el deudor seguía (sigue) endeudado con él. Se
necesitan cambios legales evidentes y actuaciones obvias que la gran banca no
quiere y que el gobierno lloroso, entre hipos de tanto llanto, niega todas las
veces que se proponen. Una vez más, modestia, compostura.
Mala interpretación. La interpretación, la impostura, si no
se es Felipe González en persona, mejor no intentarla. No salió bien. Las
señales animales sólo pueden ser instantáneas y darse en caliente. No pueden
hablar en diferido como las lingüísticas. Nosotros podemos hablar de lo que
pasó ayer y no está pasando, o de lo que va a pasar o tememos que pase, pero no
está pasando. Los animales sólo pueden dar el chillido de alarma cuando están
alarmados y sólo pueden piar por comida cuando tienen hambre; no pueden piar
por el hambre que tuvieron ayer para contarlo. Nuestros gestos y entonación son
animales. Nuestras palabras pueden decir algo de ayer, pero nuestros gestos
sólo pueden expresar algo sobre el momento, funcionan en caliente o no
funcionan. Por eso es más fácil mentir con palabras que con tonos o ademanes.
Cuando la emoción es auténtica, la modulación de la voz y la amplitud y rapidez
de los gestos la acompañan armónicamente y la dibujan como un mapa detallado
dibuja la costa de Galicia. La interpretación de Soraya me recordó al mapa de
África, hecho de líneas rectas, sin transiciones ni entrantes y salientes. Sus
ojos están siempre muy abiertos, la mirada es más atenta que expresiva, porque
está pendiente de la reacción de la concurrencia. Cuando estamos emocionados,
nuestro tono se debe más a lo que llevamos dentro que al efecto que queremos
causar (lo contrario que en la enseñanza o en la comunicación pública, donde lo
importante es lo que nos entienden, no lo que decimos). Sus ojos son de
comunicación pública, no de persona emocionada. Con el gesto hierático que intenta
ser compungido, pero con los ojos muy abiertos y atentos, dice “… el derecho a
lo mejor a perder un sueldo (?) …”, y de golpe movimiento horizontal rápido,
demasiado amplio y sobreactuado para añadir “… pero no a perder una vida”. El
movimiento fue excesivo y sin transición, se nota que tenía planificado un pico
de efecto emocional con lo de perder una vida. Los silencios están acompañados
también de mirada atenta, lo que le da al discurso un estilo de sermón eclesiástico,
en vez de silencios de discurso entrecortado y emotivo como se pretende. La entonación
es de cartabón, sin caturreo y sin acompañamiento en el gesto. La emoción, si
es planificada, si no es aquí y ahora, es impostada. Y esta es abrumadoramente
planificada.
¿Indignada, rebelde? Hay un momento estelar hacia la mitad.
Dice “… son seis mil viviendas, no es un esfuerzo excesivo, que me perdonen las
entidades financieras y cualquiera …”. Nada menos. Que me perdonen la entidades
financieras … Agustina de Aragón. Si intentamos calcar una silueta humana sólo
con líneas rectas más o menos grandes, inevitablemente nos saldremos muchas
veces del original. Los trazos de Soraya son excesivos en más de un momento, se
salen de la muestra. Alguien debería explicarle que en un funeral no podemos pretender
estar más afectados que el viudo o la huérfana, que eso no es educado. Y su
actuación sigue saliéndose de los renglones. El “no es un esfuerzo excesivo”
vuelve a ir acompañado de un movimiento sobreactuado y súbito de la cabeza
hacia los lados. El gran momento de “que me perdonen las entidades financieras”
se acompaña de una fugaz sonrisa cómplice y de una mirada especialmente atenta y saltarina, ávida de captar la
reacción de la concurrencia. Luego no sabe cómo terminar la frase y dice “o
cualquiera”. Pasa muchas veces a quienes deslizan con inseguridad un chiste en
sus discursos o en sus conferencias. El breve momento en que están pendientes
de la reacción del público les hace perder el hilo y suelen tener un momento de
titubeo o de “basura léxica”.
En fin, Soraya,
está bien que quieras ser educada, que encargues informes para ver cómo
quitarnos la tirria que os tenemos, que notes que estáis molestando y que les
digas a tus acompañantes que bajen la música y vayan a dormirla. Pero límpiate
los mocos y sécate las lágrimas. No jodas.
Wow.
ResponderEliminarUn análisis muy acertado. Me ha encantado leerlo!
ResponderEliminarMuy bueno, sí señor. Pones en palabras lo que a veces se nos queda en el borde del pensamiento, intuído, pero no expresado.
ResponderEliminarTienes una nueva seguidora.