Nos decía un
profesor de latín que las palabras largas tenían las sílabas átonas más débiles
porque tenían que repartir entre más la energía que dejaba libre la tónica.
Era, decía, como las familias numerosas, de las que se dice que los hermanos
son más bajitos.
Algo así sucede
con los pensamientos (llamémoslos así) inducidos por las palabras. Formar una
idea en la mente requiere también energía. Y, claro, no todas las ideas que se
conciben suponen el mismo esfuezo. Cuando una palabra nos hace pensar en algo
que atrapa con intensidad nuestra atención, hace sobre las demás palabras el
mismo efecto que la tónica sobre las otras sílabas: las debilita. Por eso en la
comunicación pública no se entienden los matices. Si decimos “atentado”, “despido”
o “bomba”, da igual que las hayamos acompañado con “quizás”, “no se trata de” o
“en algunas ocasiones”. Esas ideas consumirán toda nuestra energía y se entenderán
en términos absolutos porque no quedará atención suficiente para las otras.
Probad a pedir después de una cena de viernes un chupito de orujo sin hielo y veréis
cómo la mayoría de los camareros sólo oyen “orujo” y “hielo” y te lo traen con
la dichosa piedra que lo agua.
El PP dice que
se querellará contra todo el que diga que es verdad lo de Bárcenas. En el tardofelipismo,
y ahítos como estábamos de tanto pelotazo y tanto yuppie, Aznar dijo un día con
gesto grave que el PP estaba sopesando presentar una querella contra el
gobierno del PSOE por el desfalco del grupo KIO. ¿Y qué querrá decir eso de que
estamos pensando si presentar una querella? Las querellas se anuncian o se
presentan, pero expresar como mensaje público la posibilidad de presentarlas es
una vaciedad. Es como si alguien nos dijera “estoy sopesando llamarte imbécil”.
Pero lo que se oye en la comunicación pública, por el ruido con que los
mensajes de los medios llegan a la gente, son las palabras tónicas: KIO,
escándalo, Gobierno, querella. Como en los juzgados el ruido es menor y se
tiene obligación y tiempo de leer y oír todo lo que se dice, nadie podrá hablar
de difamación, porque allí hay que dar peso también a las átonas: “estábamos
pensando la posibilidad de”, “una querella para ver si”, nadie afirmó que el Gobierno
tuviera que ver con el fiasco kuwatí. Es una manera impune de mentir a la población.
Se miente porque se le dice KIO, escándalo, Gobierno, querella. Es impune,
porque los oídos de la justicia sí oyen ese murmullo átono añadido que hace que
no sea literalmente falso lo dicho.
Como digo,
volvemos a la amenaza de querellas. La gente se mete con el PP y el PP dice: “a
que te pego una hostia”, quizá con la esperanza de avivar el recuerdo de Garzón
en el caso Gurtel. En la naturaleza, como en los recreos de los colegios, es
normal la intimidación, el rugido para amedrentar y encoger al oponente. Pero
también es normal el rugido de la impotencia. Si la cosa llega a combate, el
animal que recibe la cornada y se retira no lo hace en silencio, lo hace
rugiendo. Puede que su rugido de impotencia y retirada sea tan fuerte como el
que hacía para intimidar. Pero es de impotencia y retirada. Se nota en que
cojea, sangra y se aleja. Tampoco es raro que el niño del recreo que recibe el
puñetazo del otro se aleje de la lucha insultando, gritando y dando cortes de
manga. El caso es que el PP vuelve a decir quizá presente querellas, que nos va
a pegar una hostia. Pero las señales de que es un rugido de impotencia y
retirada son contundentes: el PP se desploma en las encuestas, se habla de
Rajoy en toda la prensa internacional, pero para hablar de su derrumbe y de
Bárcenas, sube la prima riesgo por su existencia y Esperanza Aguirre se echa
laca y se viste de domingo. Y el PP ruge, pero ruge mal. ¿Se imaginan a un niño
sangrando por la nariz, inmovilizado por el niñato más fuerte, diciéndole al
agresor que le va a pegar una hostia? ¿A qué viene amenazar con querellas a
quien diga que el PP robó y Rajoy tuvo parte del botín? YA LO DIJERON ALTO Y
CLARO todos los medios: que tienen doble contabilidad, que se pagó ilegalmente
a no se cuántos cargos, que Rajoy está pringado; ya se pidió sin ambigüedad la
dimisión del Presidente por lastre. Nada de amenazas. Toca querellarse, porque
la acusación ya es explícita y está sacudiendo al ancho mundo y no sólo a
España. Cada día que pase sin que vayan al juzgado, será un día que callen y
otorguen. Cada día que no se querellen apuntalará la certeza de su culpabilidad
y desvergüenza. Y cada amenaza de querella o anuncio de la posibilidad de una
querella será un bramido perdedor de animal en huida. Me parece bien. Que rujan
y bramen, como es normal en la naturaleza y en los recreos, pero que no dejen
las cosas a medias. Que huyan mientras están bramando. Que se vayan.