Empieza a haber aroma de paso del ecuador de la
legislatura (para los despistados: aún no hace dos años que gobierna Rajoy).
Y en los puntos intermedios de las cosas se mira hacia delante y hacia atrás. Hacia atrás, mirando lo recorrido,
se va formando la leyenda. Y hacia delante nos espera el lecho de Procusto.
Procusto era un gigante revoltoso que
seguramente se aburría.
Por eso hacía
que los huéspedes
de su siniestra posada se acostaran en una cama que siempre acabaría siendo su justa
medida: si el desafortunado viajero era más largo que la cama, le cortaba las piernas
hasta ajustarlo al tamaño
del lecho; si era bajito y más
corto que la cama, lo estiraba y le descoyuntaba los huesos y tejidos hasta que
tuviera el mismo largo que el lecho. Al
final la cama siempre era del tamaño
justo de su ocupante. Todo era proponérselo.
Hacia delante, el Gobierno decreta que ahora
toca salir de la crisis. Y será
el final de la crisis, tan cierto como que los clientes de Procusto eran del
tamaño
justo del lecho que se les ofrecía.
Todo es proponérselo.
No estar en crisis consiste básicamente
en decir que no estamos en crisis. La cuestión es manipular la información, torturar las palabras
y ofender la inteligencia de los españoles (¡¿se le dan al juez los ordenadores de Bárcenas sin disco duro
"en aplicación
de la ley de protección
de datos"?!) hasta donde haga falta para que dentro de dos años el Gobierno pueda
decir que no hay crisis. Dentro de dos años se habrán moderado los "privilegios" de
los trabajadores (comer tres veces al día, descansar los fines de semana y tener
algo de vacaciones), la gente tendrá
médico
sólo
cuando sean enfermos "sostenibles", estudiarán sólo quienes tengan dinero
o sean muy listos (el que vea mala uva en la disyunción que repase la lógica simbólica), quienes trabajen
tendrán
sueldos de subsistencia y derechos predemocráticos, los que tengan algo de preparación practicarán la "movilidad
exterior" y los muchos que no trabajen estarán presentes en las oraciones multitudinarias
de Rouco Varela (los pobres serán
la ocupación
de la Iglesia y el Gobierno le fabricará los pedidos). Pero eso no será crisis. Los telediarios
del Régimen
y la prensa del Movimiento dirán
(ya van diciendo) que dejan de estudiar por falta de becas chicas que usaban el
dinero para operaciones de silicona y chicos que lo gastaban en botellón (¿o no están ya empleando el dinero
de la comida en Twitter, sólo
por protestar?). De esta manera al final de la legislatura el dinero de becas que
se emplea "realmente" en estudiar será mayor que antes. Y los cursillos
asistenciales donde acumularán
al grueso de la clase media – baja serán estudios “diversificados” para quienes
tienen otras “motivaciones” y miras, por lo que fracaso escolar, lo que se dice
fracaso, no habrá,
todo el mundo “estudiará”.
Emigrar es irse fuera de ciertas fronteras. El portavoz de no sé qué del PP ya las amplió para que trabajar en
Europa no sea emigración,
porque europeos somos todos; irse a Alemania es “permanecer” en la UE, no
emigrar. De un plumazo se reduce así
la emigración
en un noventa por ciento, pero se pueden ampliar esas fronteras lo que haga
falta para que reducirla aún
más.
¿Por
qué
no "Occidente", para que ir a EEUU no sea emigración, e
"Hispanidad", para que tampoco lo sea ir a Chile? Seguramente muchos
parados no constarán
como parados, visto que trabajar regularmente se va presentando como un
“privilegio” que habrá
que ir templando. Los enfermos sin atender y los expulsados de sus viviendas serán tachados de activistas
y gritones. Ya van haciendo en Madrid planes piloto (la expresión es de ellos) para
desaconsejar la contratación
de parados de larga duración,
porque, al no cobrar ya subsidio, su contratación no ahorra dinero. Todo será sostenibilidad y
eficiencia. A base de hachazos, silencios, deformaciones y autoritarismo lo que
sea este solar nuestro no será
crisis. Todo es proponérselo,
como Procusto, y el Gobierno ya decretó que salimos de la crisis.
Y hacia atrás, la leyenda. Leyendas, mitos, hay muchos
y muy variados. Pero así
sean los dioses del Olimpo o los Jedi de la República Galáctica, todos tienen en común el sabor a pasado y la
inconcreción
temporal. Todo es hace tiempo, pero nunca se sabe de qué época se habla
exactamente. El pasado político
de España
es ya legendario, de tan confundidas que están las fechas. Los datos están tan bailones en el
calendario que yo diría
que Zapatero es ya un personaje de leyenda. Rajoy nos dice y nos repetirá, y los voceros
derechones glosan sin desmayo, que ya nadie habla de rescate en España, de lo bien que lo está haciendo Rajoy. Pero es
que NADIE HABLABA DE RESCATE CUANDO LLEGÓ ÉL AL PODER. En el lejano 2011, hace mucho
mucho tiempo, se decía
que no eran imaginables más
intervenciones que las que estaban en curso a Grecia, Portugal e Irlanda. Es más, existía la teoría de que las demás economías europeas no eran
rescatables porque eran demasiado grandes. Ni siquiera se habló seriamente de rescate
total cuando aquel rescate bancario que casi le hace llegar tarde al europeo de
fútbol
a Rajoy. La presión
del rescate es toda de Rajoy y el alejamiento de esa amenaza nos restituye la
situación
con la que empezó
Rajoy.
El alejamiento del rescate se debe sobre todo a
otro logro de Rajoy: el “alivio” de la prima de riesgo, es decir, el indicador
de cuánto
nos cuesta devolver el dinero que nos prestan y con el que subsistimos. De los
645 puntos que llegamos a alcanzar, ya conseguimos bajar a 271. Toda una
conquista (aunque todavía
estamos peor que Irlanda). Pero con Zapatero la prima de riesgo llegó a un máximo de 290. El PP sigue
pegando los trozos de lo que se rompió CON ELLOS EN EL PODER. La escalada empezó un día antes de las
elecciones, cuando ya se sabía
que iban a ganar los buenos: los mercados mostraron su confianza en el equipo
de Rajoy disparando la prima en la víspera electoral hasta los 467 puntos. Y
luego vinieron aquellas subidas sin fin, aquellos nervios, aquel ir y venir de
Guindos como una gallina sin cabeza y aquellos balbuceos de Montoro de que qué les pasaba a los
mercados, si ya estaban ellos, ELLOS, en el poder, qué más necesitaban.
Y el paro. Por fin baja el número de parados … a las cifras que dejó Zapatero, más o menos (unos 200.000
parados menos ahora que en el otoño
de 2011, pero hay que tener en cuenta el efecto estacional del verano). Como
con la prima de riesgo, los malos datos de Zapatero se hicieron infames con
Rajoy y ahora Rajoy presume de que él
los está
volviendo a hacer malos. Cosas de la bruma temporal de las leyendas.
¿Qué nos dirán del déficit público, que sigue
creciendo tras quitar médicos
a la gente, profesores a los jóvenes,
becas a los universitarios, asistencia a ancianos y enfermos, recortar el
aliento a todo el mundo, y tras subir impuestos, matrículas universitarias,
tasas judiciales y de las otras? Rajoy ya está presumiendo de que bajará impuestos … los que él subió, naturalmente. ¿Presumirá de congelar las tasas y
matrículas
que él
disparó?
Todo cabe en la alucinación
temporal de un país
de leyenda.
Yo, creedme, yo … admiro a este hombre que nos gobierna. Lo
admiro. Siempre estoy esperando qué
va a decir a continuación.
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