Uno diría que lo
que se raja con el bisturí es el cuerpo del paciente (y no los ojos de
cirujano) para separar la superficie y tener acceso al interior oculto. Lo
extraño del momento actual es que las cosas son exactamente lo que parecen y,
de puro evidentes, se hacen invisibles, quizá por increíbles. Ningún análisis
tiene nada que mostrar que no esté a la vista, el bisturí no tiene nada que
rasgar y hacer patente y tiene que dirigirse a nuestros ojos y provocar esas
sacudidas que hacemos para mantenernos despiertos o para confirmar que
realmente estamos viendo lo que vemos.
El Ministro del
Interior (un tal Jorge Fernández Díaz o algo así) acaba de decir que el aborto
tiene “algo que ver con ETA pero no demasiado”. El bisturí analítico quiere
hacer su trabajo ordinario y nos hace preguntarnos qué significa en boca de un
ministro del interior que algo que tiene que ver con un grupo terrorista pero
no demasiado. ¿Oiremos a Obama inquietar y tranquilizar a la población con las
cosas que tienen que ver con Al Qaeda pero no demasiado? ¿Nos dirá Ana Mato, mientras
mira con amor de madre cómo visten a sus hijos, que algún metal pesado tiene
algo que ver con el cáncer pero no demasiado? Eso que dice el Gobierno de
Madrid de que los hospitales siguen siendo públicos aunque tengan
“externalizada” la gestión, ¿tendrá algo que ver con una sanidad privatizada,
pero no demasiado? Y luego está la madre del cordero, las inalcanzables
asociaciones dadaístas del aborto. Mucho o poco, demasiado o no demasiado, creo
haber descansado demasiado o no haber bebido suficiente para conjuntar en la
misma frase “ETA” y “aborto”. Intento imaginar una mesa con el Gobierno y la
cúpula de ETA para hablar de la entrega de armas y el tal Jorge Fernández
poniendo encima de la mesa la primera exigencia del Gobierno: “estamos en
contra del supuesto de malformación del feto; aquí somos inflexibles, lo toman
o lo dejan”.
Y es que en el
tema del aborto el bisturí no sabe adónde dirigirse. Beatriz Escudero, una de
tantas joyas que adornan al PP, nos aclara que el aborto es cosa de las mujeres
de menos formación, que abortan las repetidoras de la ESO, que lo sabe ella de
buena tinta. Seguramente Celia Villalobos abandonó el hemiciclo para que
entendiéramos que había relación entre el aborto y la formación, pero no
demasiada, no vaya tergiversarse lo que dijo la Bea. Y no olvidemos cómo empezó
este tema la legislatura. Gallardón, que de paloma blanca y esperanza de la
derecha pasó casi sin darse cuenta a bobo y bufón del Reino, habló de
prohibirlo como medida contra la violencia de género, para superar esa
violencia social que asfixiaba el derecho a la maternidad de las mujeres. Ahora
se manifiesta a favor de los derechos del no nacido. Y, según parece, sólo del
no nacido: sus reformas apuntan a que todo el mundo tiene derecho a la
protección hasta que nace.
Así que tenemos
que la lucha antiterrorista mejorará con la revisión de la ley del aborto,
aunque se necesitarán medidas adicionales porque el aborto no tiene demasiado
que ver con el terrorismo. Además la restricción o prohibición del aborto
mejorará el nivel formativo de las mujeres y dejará con cuatro palmos de
narices a los maltratadores, que pierden así su principal medio de
hostigamiento a sus parejas. Y con tal restricción o prohibición habremos
conseguido proteger a todo el mundo hasta su nacimiento. A partir del
nacimiento, lo que deparen los mercados. Y uno sigue con el bisturí en ristre
intentando analizar lo que no admite análisis porque es tal cual. El bisturí
tiene que dirigirse a los ojos, amagar un corte, para que sacudamos la cabeza y
nos digamos que todo esto está pasando realmente, que el Presidente dice al
pasar la barrera de los seis millones de parados que esto empieza a funcionar;
que lo de “que se jodan” de la Andrea Fabra era todo un programa de Gobierno
literalmente (¿será terrorismo imaginar esa frase en su lápida, a modo de
epitafio, “Aquí yace Andrea Fabra. Que se joda.”?); que el Ministro de Economía
dice ponerse en lo peor “para evitar sorpresas”, (¿será demagógico entender que
quiere decir que sería una sorpresa que no ocurriera lo peor?); que, ante la
evidencia de favores multimillonarios a empresas en pago a sus pagos ilegales y
de sobres que se quedan en los bolsillos como la carne entre las uñas, el
Presidente y el Gobierno prefieren no hacer política y no retomar las medidas
fracasadas de Zapatero.
No hay análisis
que ofrecer, sólo hay que frotarse los ojos y creerse toda esta demencia. Mañana
habrá huelga y manifestaciones por la enseñanza y la instrucción de todos. La
tele y la imprenta ya huelen a Wert. Intento imaginar qué pintará el aborto en
lo de mañana.
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