[Columna del sábado en Asturias24 (www.asturias24.es)]
Si pensamos en Francia como una
cama elástica, debemos imaginar a Marine Le Pen como una bola de billar que la
deforma y hace que los demás partidos giren y tiendan a caer hacia donde está
ella. Tras las municipales, Hollande se dejó resbalar inmediatamente hacia la
hondonada que provoca Le Pen en la sociedad francesa y puso de Primer Ministro
a Manuel Valls. Hollande no sólo describe un giro cuyo epicentro es Le Pen,
sino que quiere que Francia lo note. El Frente Nacional no es la fuerza más
votada ni su avance es más notable del que tuvo en otros momentos, pero tiene ahora
más peso en el ánimo de los franceses y condiciona más el sesgo de los demás
partidos. Cada vez es más difícil no definirse con respecto a los argumentos de
Marine Le Pen, lo que quiere decir que ella incide cada vez en el temario
político del país. Y cada vez es menos tabú para quienes no lo votan que el
Frente Nacional ocupe puestos de poder.
Los partidos políticos normales
están acostumbrados a ocupar un lugar en la tarta política, a pugnar
ideológicamente con otros partidos y a hacer propuestas según el papel que se
atribuyen en la situación. Izquierda Unida, por ejemplo, sabe que está a la
izquierda del PSOE y que su papel no es gobernar ni ganar, y actuará conforme a
ese espacio que cree que le corresponde y que presentará a la sociedad como
necesario.
El Frente Nacional es uno de esos
partidos heterodoxos, ajenos a la corriente principal y a las maneras
acostumbradas, que se presenta enmendando la situación política en sí, no
buscando un papel en ella. Se presenta contra la política del momento y los
partidos existentes. Ocurrió algo así hace treinta años en Alemania con la
entrada en escena de los Verdes. Con un grado de intensidad mayor o menor, en
España conocemos partidos que aparecen de esta manera, como Vox, UPyD, Podemos
y en Asturias hasta cierto punto el Foro. Por supuesto, no todos significan lo
mismo. En la lista que acabo de espigar se mezcla aire fresco con hedores
mefíticos, cada cual sabrá distinguirlos.
El factor de éxito de estos
partidos no es su ideología ni su programa. Es difícil que un grupo nuevo vaya
a competir seriamente con los partidos habituales porque convenza su programa
de gobierno integral. El éxito de estos grupos se basa en Una cuestión central
y su Idea sobre esa cuestión es el estilete con el que entran en el ánimo de la
sociedad. Igual que hay restaurantes que se hacen famosos por su ventresca o
por sus huevos estrellados y con tal reclamo hacen clientela para todo lo
demás, así sucede que estos partidos consiguen presencia gracias a Una Idea
básica. Los grupos de este tipo que tienen éxito lo tienen porque hay algún
problema importante mal resuelto en un momento determinado, consiguen una
formulación del problema con la que la gente se identifica y practican una
movilización sobre el Asunto que la gente ve beneficiosa. De esta manera
logran, además de votos, que muchos los perciban como una fuerza provechosa y
así influyen en los programas y prácticas de los partidos que sí pueden
gobernar.
La Idea de los Verdes en su día
giró en torno a las cuestiones medioambientales en un momento en que la
depredación de la industria alcanzaba un punto crítico. Siempre hay una
carencia, alguna falta de respuesta a algo para que grupos así consigan
influencia. Podemos no tendría la visibilidad que tiene ahora si no fuera por
la fatiga y crispación que producen los partidos que se turnan en el poder. El
discurso de Pablo Iglesias enlaza bien con la indignación general y Podemos
parece más una plataforma que un partido, por lo que se percibe, por contraste
con la espesura de los aparatos de los partidos, como una oxigenación del
ambiente. La izquierda es más proclive a comprometerse con temas que con siglas
y estos modos algo asamblearios, abiertos y con un aparato difuso encajan tanto
con la actitud de la izquierda como con la réplica que mucha gente quiere a la
esclerosis bipartidista.
La Idea de Vox enlaza con la
crispación apocalíptica educada en los últimos tiempos por el PP con respecto
al terrorismo. Se habló, con éxito limitado pero no inexistente, de humillación
de las víctimas, de rendición al terror, de cesión a los asesinos y cosas así.
El terrorismo se puede mezclar, con proverbial simpleza pero con eficacia, con
la cuestión territorial. De esta manera se hará una mezcolanza de la firmeza
ante el terrorismo con la desestabilización inducida por el independentismo y
con la percepción de que el estado autonómico es un desorden y un despilfarro.
Sobre esta base es difícil saber cuántos votos conseguirá Vox, pero podemos
asegurar que muchos votantes del PP desearán que sean muchos. UPyD nació de una
filiación distinta, pero quiere enlazar con emociones parecidas. No es una
escisión del PP por la derecha, sino del PSOE por el éter. Pero el hartazgo de
tanto estado dentro del estado y tanto despilfarro autonómico, en este caso
mezclado con la revoltura por los privilegios del duopolio político, son la Idea
sobre la que construyen. El Foro en Asturias se cimenta en la sensación de
sucursalismo inane de los partidos asturianos. Lo que importó para su ascenso
no fue el programa, sino su independencia del duopolio y la vaga idea de que
con alguien muy conocido se pinta más en todas partes.
En Francia es especialmente crítico
el problema no resuelto de la inmigración masiva y sobre ese problema el Frente
Nacional introduce la Idea que lo hizo crecer. El gesto de Hollande fue poner
como Primer Ministro al hombre duro de su partido con los inmigrantes. Los
ministerios económicos y sociales no son más conservadores que los anteriores. Estos
grupos ajenos al “mainstream” influyen siempre a partir de la Idea sobre la que
se configuran. Hollande no quiso que un Partido Socialista más próximo a la
extrema derecha, sino a la Idea que la extrema derecha introdujo sobre la
inmigración: expulsión de inmigrantes y contención enérgica del fenómeno.
Marine Le Pen no maneja referencias del fascismo europeo que hurguen en fantasmas
y no practica un discurso “cruel”. A todos nos golpea la imagen de esos miles
de africanos que se estrellan cada día sobre el muro, este sí de la vergüenza,
con concertinas, pero ella no rehúye esa escena, sino que la exhibe como
ilustración conmovedora del error europeo de atraer a “esos desdichados” adonde
no pueden ser recibidos. Las ideas simples, inmediatas y de consumo rápido
sobre temas inquietantes y complejos entran en una población desasosegada como
hierro al rojo en la mantequilla. Y, como con la ventresca y los huevos
estrellados, a partir del producto principal, de la Idea, se consumirá lo
demás.
Murray Gell-Mann decía que la moda
de la teoría del caos había llegado a convertir ese concepto en una idea
infecciosa. Decía que cuando daba una conferencia y mencionaba algo de las
estructuras caóticas, fuese de lo que fuese la conferencia, recibía
felicitaciones por su estupenda conferencia sobre el caos. Los Verdes dejaron
un poso saludable de su Idea infecciosa en la socialdemocracia, pero nada bueno
cabe esperar de lo que el Frente Nacional está plantando en Francia. Se
necesitará algo más que topicazos de ortodoxia para frenar la infección. Fue ilustrativo
el favor que Ana Pastor le hizo a Le Pen entrevistándola en su programa, como
ya analizó con buen juicio Pablo Batalla en este periódico. Hay cierto
progrerío que forma su ideario por la postura que va tomando en los temas que
hacen ruido en los medios o copan las conversaciones de café. Hace poco Pepa
Bueno entrevistó brevemente a Montserrat Gomendio sobre la LOMCE y,
pretendiendo presionar a la Secretaria de Estado, le reprochaba que hablaran de
la mejora de la calidad y quitaran Educación para la Ciudadanía. Esta materia
es irrelevante para la calidad educativa, pero es lo que fue noticia y motivo
de toma de postura y sobre tal epidermis a veces la gente teje su idea de las
cosas. Ana Pastor intentó enfrentar con Marine Le Pen una idea sobre la
inmigración basada en el drama de las verjas, sensibilidad de ONG y charletas
variadas de café. Ni el tema es simple ni Le Pen es calderilla política, por lo
que la entrevista fue propaganda fácil y eficaz para el Frente Nacional.
Decía teatralmente el personaje
Linton Barwick, el halcón republicano de la hilarante In the loop: “en la tierra de la verdad, amigo, el que tiene un
solo dato es el rey”. No hay como concentrar la desazón de la población en la
menor cantidad de datos posible y en la Idea más sencilla posible para
conseguir combar la cama elástica y atraer hacia uno todo lo que se mueva. Y
repitiendo el catecismo simplón del buen ciudadano no se aliviará el sobresalto
de la gente.
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