[Artículo del sábado en Asturias24 (www.asturias24.es)]
Una encuesta dice que Podemos puede
ser la tercera fuerza política y que el PSOE va a bajar aún más de lo que bajó
en las europeas. Desconozco la calidad técnica de esta y las demás encuestas.
Pero el éxito de Podemos en las europeas, que tanto análisis, reflexión,
aleluya y advertencia está produciendo, dejó un poco en sombra la otra gran
tendencia que se deja ver. En esta taza nacional en la que todo gira, se mezcla
y cambia de sitio y de color, el PSOE parece estar haciendo el papel de
azucarillo. Y se disolverá como alternativa de poder si nada lo remedia.
Los primeros pasos conocidos tras
las europeas producían casi ternura. Rubalcaba descubrió que su liderazgo era
póstumo y dimite como dimite la gente que lleva en un cotarro treinta y tantos
años: queriendo que todo quede atado y bien atado, como D. Francisco. El
aparatón quiso determinar quién sería el próximo líder, supongo que porque la
monarquía es contagiosa. Como unas lentejas descuidadas, el caldo gordo del
partido allá en la base estaba pegándose a la cazuela y algo de olor a
chamusquina debió llegar arriba. Así que pusieron un horizonte de voto
universal entre militantes.
En ausencia de movimientos
directrices, con el partido en piloto automático, la deriva llevaba casi sin
darse cuenta a Susana Díaz. Lo poco que oí de Susana Díaz no es mejor ni peor
que lo que se puede oír de tantos otros personajes de nuestra sufrida vida
pública: frases previsibles y de segunda mano. Como la de tantos otros
políticos, sus manifestaciones me hicieron recordar una broma algo escatológica
de la película de animación Titán A.E..
Cuando uno de los personajes espaciales prueba la comida sideral e irreconocible
que tiene otro en su plato, le exclama: “por Dios, ¿quién comió esto antes que
tú?”. Nuestros políticos nos tienen acostumbrados a la sensación de rumiantes
cuando hablan. Parece que regurgitan lo que ya estaba digerido en otro sitio. Y
no vi en Susana Díaz señales de nada mejor ni peor que esto.
No se trata ya de los méritos o
deméritos de Díaz, ni tampoco de prejuzgarla. A lo mejor es verdad que es un
hacha. Lo interesante es la inercia que llevaba las cosas hacia Susana Díaz. Las
aguas iban hacia Susana Díaz porque su PSOE ganó por amplia mayoría en
Andalucía. La situación del PSOE es muy compleja, pero el análisis es siempre
el mismo: la raíz del problema del PSOE es que pierde. La solución de futuro
consiste en ganar. Fin del diagnóstico. Ahora, retirada no se sabe si
tácticamente a su feudo andaluz, Madina y Soraya (la otra Soraya) emergen.
Permaneceremos en sintonía.
El desarraigo es un estado que nos
hace infelices y desde el que damos tumbos y planificamos mal nuestra
existencia. Sin coquetear con el inmovilismo o la cerrazón, todos necesitamos
una raíz, esto es, necesitamos un mínimo suelo en el que se nos reconozca y nos
reconozcamos, donde haya inercias, tengamos una identidad y unos afectos que no
haya que merecer y donde no tengamos que ganar todos los días nuestra
aceptación y la imagen que se tenga de nosotros. El desarraigo tiene siempre
algo de intemperie y orfandad.
El PSOE, y sus proximidades sociales
y mediáticas, modificó su naturaleza en tantas cosas que parecían temporales,
tantos principios propios se fueron aplazando porque “no era el momento”,
arrastró durante tanto tiempo una identidad travestida, que ya perdió su raíz y
se encuentra en esa intemperie del desarraigo. Se entiende el pragmatismo de
salir de la dictadura a través de una monarquía, con sables amenazantes sobre
la cabeza. Igual que se entiende el pragmatismo de un nacionalista que acepte
alguna forma de pertenencia a España. Pero ¿qué pintaría un independentista
vociferando la inquebrantable unidad de la nación española? Más que
pragmatismo, estaríamos ante un problema de crisis de identidad. ¿Qué hace
ahora el PSOE y alrededores poniendo cara de limón a un horizonte republicando
y echando loas a un sistema dinástico? ¿Qué pintaba Soledad Gallego el otro día
dedicando su Mirada en la SER a arrugar la cara como no entendiendo qué querían
los que querían la república? Es que hay tantas formas de república, decía, la
de tal y tal sitio, que claro, es que hay que aclararse primero. Es el truco manido
y ramplón de pedir más y más detalles al otro y apelar a una supuesta falta de
concreción para hacer como que todo es confuso y que no se entiende.
¿Y qué es eso que se sacó Rubalcaba
del alma republicana en un cuerpo monárquico constitucional? ¿Suena convincente
tener un alma de marido fiel y un cuerpo de borracho y putero? Prueben a ver si
cuela.
El PSOE no podrá ser percibido como
un instrumento transformador y de gobierno mientras no recupere raíz, es decir,
mientras no sea reconocible. Reconocible en la idea de la Jefatura del Estado;
se puede aceptar la coronación de Felipe VI y dejar sentada una aspiración y
voluntad republicana. Reconocible en los privilegios e influencia desmedida de
la Iglesia; ¿cuándo va a ser el momento apropiado para que no haya concordato,
ni obispos registradores de la propiedad, ni un sistema educativo dando
cabriolas por los intereses de la Iglesia en la enseñanza concertada y la
asignatura de religión, ni obispos activistas que endilguen a la nación
soflamas de extrema derecha en momentos de interés común, ni privilegios
fiscales insultantes? Reconocible también en la enseñanza y en la sanidad.
Reconocible en la prioridad del gasto y el recorte: lo último que un PSOE
reconocible debe recortar es la parte en que el Estado se encuentra con el
ciudadano y lo atiende: ambulatorio, aula, juzgado, por ejemplo. Antes deben
esquilmarse cargos nombrados, entes innecesarios, pesebres variopintos y hasta
plantear la necesidad de un Senado indemostrable.
El PSOE no dará una señal clara que
lo haga reconocible hasta que no se reconcilie con su memoria buena y mala y
suelte lastres. Por ejemplo, a todos nos alarma la golfería de que ex-ministros
y ex-presidentes estén cobrando sueldazos en grandes empresas de sectores
estratégicos que nos maltratan desde su fortaleza (eléctricas, energéticas,
telefónicas, …), y todos sospechamos que esos ex-cargos ya estaban beneficiando
a esos depredadores cuando estaban en sus cargos. Si el PSOE hace un propósito
de enmienda claro, señalando igual a Rato que a Elena Salgado y a Aznar igual
que a Felipe González, empezaríamos a verlo con memoria, evolución y raíz.
¿Algo de todo esto es de extrema izquierda?
El PSOE es un caso raro en el que
la recuperación de la raíz pasa paradójicamente por el olvido de los mayores,
de tanto Rubalcaba, Felipe, Leguina y Guerra, de tanto momio que está llenando
de psicofonías de difuntos las entendederas de un PSOE en disolución. Los
mayores, y con ellos el PSOE entero, parecen padecer el mal del coronel
Nicholson de Puente sobre el río Kwai.
Aquel coronel británico, siendo prisionero y por pragmatismo, aceptó construir
el puente que necesitaba el enemigo, y tanto afán puso en la obra que se
identificó con ella y llegó a sentir como enemigos a los compatriotas que
venían a liberarlo y a destruir el puente hostil. Rubalcaba y sus predecesores hicieron
tan suya la monarquía que en principio habían aceptado sólo por temor al
ejército y porque “no era el momento” de repúblicas, que ya sienten como
extraños y rivales a quienes sostienen lo que ellos tienen en su ideario (“en
su alma”). Y con la monarquía el resto de un sistema al que le bailan todas las
juntas.
Un PSOE irreconocible, cargando en
la chepa con no poca parte de la costra oligárquica que nos asfixia, seguirá perdiendo
tejido y sustancia en la intemperie de un reino ajeno. Cuando una nueva cultura
política fue tomando forma en la izquierda, el PSOE reaccionó haciéndose más
irreconocible que nunca y defendiendo con más ahínco el puente enemigo contra
los suyos. Los militantes deben entender que nada ni nadie desde fuera va a favorecer
la recuperación de su identidad, sencillamente porque todo el mundo está ya
mirando para otro sitio. Suene como suene, los militantes están solos. Ellos
sabrán lo que tienen que hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario