lunes, 16 de junio de 2014

Blues del PSOE en las aguas del río Kwai

[Artículo del sábado en Asturias24 (www.asturias24.es)]
Una encuesta dice que Podemos puede ser la tercera fuerza política y que el PSOE va a bajar aún más de lo que bajó en las europeas. Desconozco la calidad técnica de esta y las demás encuestas. Pero el éxito de Podemos en las europeas, que tanto análisis, reflexión, aleluya y advertencia está produciendo, dejó un poco en sombra la otra gran tendencia que se deja ver. En esta taza nacional en la que todo gira, se mezcla y cambia de sitio y de color, el PSOE parece estar haciendo el papel de azucarillo. Y se disolverá como alternativa de poder si nada lo remedia.
Los primeros pasos conocidos tras las europeas producían casi ternura. Rubalcaba descubrió que su liderazgo era póstumo y dimite como dimite la gente que lleva en un cotarro treinta y tantos años: queriendo que todo quede atado y bien atado, como D. Francisco. El aparatón quiso determinar quién sería el próximo líder, supongo que porque la monarquía es contagiosa. Como unas lentejas descuidadas, el caldo gordo del partido allá en la base estaba pegándose a la cazuela y algo de olor a chamusquina debió llegar arriba. Así que pusieron un horizonte de voto universal entre militantes.
En ausencia de movimientos directrices, con el partido en piloto automático, la deriva llevaba casi sin darse cuenta a Susana Díaz. Lo poco que oí de Susana Díaz no es mejor ni peor que lo que se puede oír de tantos otros personajes de nuestra sufrida vida pública: frases previsibles y de segunda mano. Como la de tantos otros políticos, sus manifestaciones me hicieron recordar una broma algo escatológica de la película de animación Titán A.E.. Cuando uno de los personajes espaciales prueba la comida sideral e irreconocible que tiene otro en su plato, le exclama: “por Dios, ¿quién comió esto antes que tú?”. Nuestros políticos nos tienen acostumbrados a la sensación de rumiantes cuando hablan. Parece que regurgitan lo que ya estaba digerido en otro sitio. Y no vi en Susana Díaz señales de nada mejor ni peor que esto.
No se trata ya de los méritos o deméritos de Díaz, ni tampoco de prejuzgarla. A lo mejor es verdad que es un hacha. Lo interesante es la inercia que llevaba las cosas hacia Susana Díaz. Las aguas iban hacia Susana Díaz porque su PSOE ganó por amplia mayoría en Andalucía. La situación del PSOE es muy compleja, pero el análisis es siempre el mismo: la raíz del problema del PSOE es que pierde. La solución de futuro consiste en ganar. Fin del diagnóstico. Ahora, retirada no se sabe si tácticamente a su feudo andaluz, Madina y Soraya (la otra Soraya) emergen. Permaneceremos en sintonía.
El desarraigo es un estado que nos hace infelices y desde el que damos tumbos y planificamos mal nuestra existencia. Sin coquetear con el inmovilismo o la cerrazón, todos necesitamos una raíz, esto es, necesitamos un mínimo suelo en el que se nos reconozca y nos reconozcamos, donde haya inercias, tengamos una identidad y unos afectos que no haya que merecer y donde no tengamos que ganar todos los días nuestra aceptación y la imagen que se tenga de nosotros. El desarraigo tiene siempre algo de intemperie y orfandad.
El PSOE, y sus proximidades sociales y mediáticas, modificó su naturaleza en tantas cosas que parecían temporales, tantos principios propios se fueron aplazando porque “no era el momento”, arrastró durante tanto tiempo una identidad travestida, que ya perdió su raíz y se encuentra en esa intemperie del desarraigo. Se entiende el pragmatismo de salir de la dictadura a través de una monarquía, con sables amenazantes sobre la cabeza. Igual que se entiende el pragmatismo de un nacionalista que acepte alguna forma de pertenencia a España. Pero ¿qué pintaría un independentista vociferando la inquebrantable unidad de la nación española? Más que pragmatismo, estaríamos ante un problema de crisis de identidad. ¿Qué hace ahora el PSOE y alrededores poniendo cara de limón a un horizonte republicando y echando loas a un sistema dinástico? ¿Qué pintaba Soledad Gallego el otro día dedicando su Mirada en la SER a arrugar la cara como no entendiendo qué querían los que querían la república? Es que hay tantas formas de república, decía, la de tal y tal sitio, que claro, es que hay que aclararse primero. Es el truco manido y ramplón de pedir más y más detalles al otro y apelar a una supuesta falta de concreción para hacer como que todo es confuso y que no se entiende.
¿Y qué es eso que se sacó Rubalcaba del alma republicana en un cuerpo monárquico constitucional? ¿Suena convincente tener un alma de marido fiel y un cuerpo de borracho y putero? Prueben a ver si cuela.
El PSOE no podrá ser percibido como un instrumento transformador y de gobierno mientras no recupere raíz, es decir, mientras no sea reconocible. Reconocible en la idea de la Jefatura del Estado; se puede aceptar la coronación de Felipe VI y dejar sentada una aspiración y voluntad republicana. Reconocible en los privilegios e influencia desmedida de la Iglesia; ¿cuándo va a ser el momento apropiado para que no haya concordato, ni obispos registradores de la propiedad, ni un sistema educativo dando cabriolas por los intereses de la Iglesia en la enseñanza concertada y la asignatura de religión, ni obispos activistas que endilguen a la nación soflamas de extrema derecha en momentos de interés común, ni privilegios fiscales insultantes? Reconocible también en la enseñanza y en la sanidad. Reconocible en la prioridad del gasto y el recorte: lo último que un PSOE reconocible debe recortar es la parte en que el Estado se encuentra con el ciudadano y lo atiende: ambulatorio, aula, juzgado, por ejemplo. Antes deben esquilmarse cargos nombrados, entes innecesarios, pesebres variopintos y hasta plantear la necesidad de un Senado indemostrable.
El PSOE no dará una señal clara que lo haga reconocible hasta que no se reconcilie con su memoria buena y mala y suelte lastres. Por ejemplo, a todos nos alarma la golfería de que ex-ministros y ex-presidentes estén cobrando sueldazos en grandes empresas de sectores estratégicos que nos maltratan desde su fortaleza (eléctricas, energéticas, telefónicas, …), y todos sospechamos que esos ex-cargos ya estaban beneficiando a esos depredadores cuando estaban en sus cargos. Si el PSOE hace un propósito de enmienda claro, señalando igual a Rato que a Elena Salgado y a Aznar igual que a Felipe González, empezaríamos a verlo con memoria, evolución y raíz. ¿Algo de todo esto es de extrema izquierda?
El PSOE es un caso raro en el que la recuperación de la raíz pasa paradójicamente por el olvido de los mayores, de tanto Rubalcaba, Felipe, Leguina y Guerra, de tanto momio que está llenando de psicofonías de difuntos las entendederas de un PSOE en disolución. Los mayores, y con ellos el PSOE entero, parecen padecer el mal del coronel Nicholson de Puente sobre el río Kwai. Aquel coronel británico, siendo prisionero y por pragmatismo, aceptó construir el puente que necesitaba el enemigo, y tanto afán puso en la obra que se identificó con ella y llegó a sentir como enemigos a los compatriotas que venían a liberarlo y a destruir el puente hostil. Rubalcaba y sus predecesores hicieron tan suya la monarquía que en principio habían aceptado sólo por temor al ejército y porque “no era el momento” de repúblicas, que ya sienten como extraños y rivales a quienes sostienen lo que ellos tienen en su ideario (“en su alma”). Y con la monarquía el resto de un sistema al que le bailan todas las juntas.

Un PSOE irreconocible, cargando en la chepa con no poca parte de la costra oligárquica que nos asfixia, seguirá perdiendo tejido y sustancia en la intemperie de un reino ajeno. Cuando una nueva cultura política fue tomando forma en la izquierda, el PSOE reaccionó haciéndose más irreconocible que nunca y defendiendo con más ahínco el puente enemigo contra los suyos. Los militantes deben entender que nada ni nadie desde fuera va a favorecer la recuperación de su identidad, sencillamente porque todo el mundo está ya mirando para otro sitio. Suene como suene, los militantes están solos. Ellos sabrán lo que tienen que hacer.

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