[Artículo del sábado en Asturias24 (www.asturias24.es)]
Las elecciones europeas, casi
siempre tejido adiposo y de deshecho, nos dejan cinco eurodiputados de Podemos
y un Rubalcaba que, como el personaje de El
sexto sentido, (spoiler) se dio cuenta al final de que llevaba muerto toda
la legislatura. El PSOE siente en los morros la desbandada de votos y la coleta
de Pablo Iglesias. Algunos socialistas asoman la cabeza y piden primarias
universales, porque ellos también Pueden. Rubalbaca, en esa forma espectral que
adoptaban Obi Wan y Yoda después de muertos, junto con Griñán y los guardianes
del aparato miran los estatutos del partido y repiten no Podemos, no Podemos,
lo dicen los estatutos bien claro. Izquierda Unida dice que ellos siempre
Pudieron más que nadie y entona el venid y vamos todos. Pedro Arriola, sumo
pontífice analista del PP, dijo antes de la lipotimia que Podemos era una panda
de frikis que no llegarán al otoño. Lo significativo no es lo que Arriola diga,
sino que el hecho mismo de que Arriola haya dicho algo. Que haya dicho algo y
salga en los medios significa que Rajoy consultó al oráculo para saber qué
estaba pasando y por lo tanto que estaba pasando algo. Y algo debe estar
pasando. Son sólo cinco diputados y ya es cuestión de estado las camisas de
Pablo Iglesias compradas en Alcampo y hasta Felipe González salió con sus
galones de nacido en la transición para alertarnos de que estaba pasando algo.
Con sólo cinco diputados. El único que aludió a esa cifra como una derrota fue,
con más que notable inteligencia, el propio Pablo Iglesias. No nos engañemos,
dijo. Volvieron a ganar ellos.
Si imaginamos que Podemos no existe
y dejamos los resultados de las europeas tal cual, pero sin Podemos, los únicos
desorientados serían los socialistas por no haber adelantado al PP a pesar de
la evidente irritación ciudadana con su gobierno y sus desmanes. El PP estaría
encantado de decir que ganaron a pesar de las dificultades. IU luciría una
amplia sonrisa de seis diputados y UPyD diría que siguen subiendo. Pero los
cinco diputados de Podemos reinterpretan el resultado de los demás. Esos cinco
diputados llenan de significado la cantidad de votos perdida por el PP. Se
dicen ganadores pero con risa nerviosa de desconcierto. El PSOE se siente, no
sólo perdedor, sino ajeno a cualquier corriente que lleve a alguna parte. IU es
como una bolsa agujereada debajo de un grifo. Le entra agua de momento, pero ya
intuye un defecto estructural por donde se vacía. UPyD empieza a ser ese
invitado que no molesta cuando está ni se le echa de menos cuando falta.
Seguramente en las próximas elecciones Podemos tendrá más votos. Quienes
votaron a Podemos están reforzados por haberlo hecho y quieren repetir. Muchos
que se abstuvieron o que se resistieron a cambiar su voto y lo mantuvieron en
IU ahora querrían estar en esta otra corriente que resultó ser más real de lo
que parecía.
Podemos no va a cometer errores
antes de las siguientes elecciones sencillamente porque lo que se hace en el Parlamento
Europeo no da para cometer errores. Se cometen errores en las alcaldías o en el
Congreso de los Diputados. Pero el Parlamento Europeo es una especie de feria,
donde se exhibe la mercancía política disponible y donde, como en todas las
ferias, se pueden ver rarezas y otear tendencias. Nada serio. Podemos no tiene
que hacer nada para crecer. Sólo tienen que limitarse a Estar Ahí y a Ser Así,
mostrarse y mostrar su diferencia: gastar y ganar menos que nadie, hacer
públicos sus gastos y sus ingresos, arremolinarse en círculos sin local fijo, mantener
una interacción permanente y sin horario a través de las redes sociales con
cualquier interesado y hacer irreconocible cualquier clase de aparato
endogámico.
La génesis del 15 M, su
disgregación y su reunificación en los círculos de Podemos me hizo pensar en el
extraño ciclo de un tipo de hongo mucilaginoso. Es un organismo unicelular, un
tipo de ameba, que se alimenta de bacterias y se reproduce por bipartición.
Cuando no tiene nutriente segrega una sustancia llamada AMP cíclico que hace de
reclamo, de manera que las amebas se van juntando hasta formar un cuerpo de
decenas de miles. Cuando forman ese cuerpo, empiezan a expresar genes
diferentes de manera que actúan realmente como células diferenciadas de un
cuerpo único, como una especie de babosa que se desplaza hacia la humedad y la
luz. Obtenido el nutriente, se disuelven otra vez en amebas separadas. Es lo
que llama la ciencia un proceso emergente, un proceso en el que se forman
totalidades complejas a partir de interacciones simples sin núcleo ni programa
rector.
A todos nos sorprendió la manera
casi mágica en que se sintonizaron tantas acampadas y protestas coordinadas el
15 M. Todo el mundo dio por disgregado aquel movimiento inconsistente que había
llegado adonde podía llegar. De repente aquellas piezas que se habían juntado
sin comité central que diera órdenes se recompone de manera demasiado rápida y
ajena a procesos normales de liderazgo como para ser detectada por los
mecanismos habituales de sondeos y observación. Ni un sondeo percibió lo que
estaba pasando. Muchos vaticinan, quizás con razón, que en cualquier momento se
descompondrán los círculos de Podemos. Y muchos pensamos, quizás con razón, que
el mecanismo que rige la descomposición y reunificación de las piezas de ese
movimiento espontáneo sigue ahí sólo pendiente de la circunstancia que las haga
emerger, como las amebas mucilaginosas.
A partir de cierta edad todos nos
relacionamos espontáneamente con gente diez años mayor y diez menor que
nosotros mismos. En los cincuenta y cuatro en que me columpio me acompaña con
normalidad en cañas y vinos gente de sesenta y poco o sesenta a secas y gente
de cuarenta pelados. Los de sesenta o están en trance de jubilación o la
jubilación está en su horizonte y en sus planes. Los de cuarenta, sobre todo
las mujeres, con frecuencia hilvanan tiempos de trabajo con tiempos de
subempleo y de desempleo. No es raro que estén pendientes de lo que pueda
mejorar su currículum o lo que pueda darles alguna formación ventajosa. Es
decir, no es raro que estén haciendo lo que se hace en período de inserción
laboral. Una franja de sólo veinte años separa a quienes empiezan a salir de
mundo laboral y a muchos que están intentando entrar en él: un buen indicador
de que no estamos en un país saludable. Los treinta o treinta y pocos eran una
edad pletórica y efímera. Uno era joven y se le consumía como joven. Pero ya
tenía sueldo, perspectivas de mejora, piso alquilado por el que entraban y
salían con desorden los amigos y era tratado por los adultos como adulto, sin
ninguneo ni condescendencia. Es decir, uno era joven sin los problemas de los
jóvenes. Por poco tiempo, pero era así. Ahora en España es una edad
dependiente, cenizosa y sin futuro en la que hay más recuerdos que presente.
Otra señal de que no estamos en un país saludable.
Cualquier análisis de lo ocurrido
con Podemos tiene que partir de que estamos en un país enfermo y no de qué marketing es el que llega a los
votantes. Las personas formadas, sin trabajo y sin futuro no segregan AMP
cíclico, pero algo tienen que las hace encontrarse, reconocerse y formar un
cuerpo cuando un liderazgo acertado y un grupo eficaz en las redes sociales emite
el tono adecuado. Cuando un movimiento tiene una fuerza ética inatacable, la
reacción defensiva suele consistir en trasladarles sistemáticamente la carga de
la prueba, es decir, en ponerlos en situación de explicarse siempre y dar siempre
un diez, como si los demás tuvieran una legitimidad natural. Así que Pablo
Iglesias tiene que cuidar si viaja ¡en cercanías! en preferente, en si le caía
bien Chávez (¿no era Felipe González, el que ahora nos advierte de bolivarianos
y el sufrido consejero de Gas Natural que se aburre, amigo de Carlos Andrés
Pérez, Bettino Craxi, Alán García y otros venerables líderes internacionales
condenados por corrupción? ¿Hacemos una lista de los amigos del Rey?) y en
dónde compra sus camisas. No tardará en saberse cuántos líderes de Podemos
copiaban los exámenes y hacían albondiguillas con los mocos de la nariz.
“Las oficinas públicas se ahogaban
bajo el peso de tanto… protegido”, decía el Esquilache de Buero Vallejo. Una
España que debe todo su PIB no aguanta el peso de la actual oligarquía
política. Hacen mal en dar tanta importancia a Pablo Iglesias. Pero hacen bien
en consultar a los oráculos sobre lo que está pasando.
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