sábado, 13 de junio de 2015

Mi voto, después de lo de Gijón

Esta columna se escribió el viernes por la mañana, cuando lo único seguro era que ocurriría cualquier cosa. A estas horas el temporal es que en Gijón gobernará la derecha casquista, en Oviedo la derecha del PP y que en el Principado la derecha de Ciudadanos será el soporte del PSOE. Mucha derecha siendo los que fueron los resultados electorales. Sería sorprendente que alguno de los tres actores de la izquierda asturiana esté a estas horas colgándose la medalla de la razón y el buen criterio. Hablemos de ellos.
Xixón Sí Puede. Cuando se presentó esta candidatura en las elecciones internas de Podemos Gijón, arrugué la cara. Mario Suárez me merecía muchas reticencias (políticas; no tengo el gusto de conocerlo). Me produjo desconfianza la presencia protagonista de Carnero y la evidencia de que CSI podía tener una presencia organizada y callada dentro de XSP. Y tuve también la sensación de que, con algunos elementos nuevos, la calderilla izquierdista extraparlamentaria gijonesa de guerras dispersas y lejanas se subía en plan surfista a la tabla arrolladora de Podemos para ver mundo. No sentí en XSP los aires generales de Podemos. El 15 M nunca había sido la guerra senil y tardía del coronel Aureliano Buendía. Y en buena medida así lo sigo sintiendo. Pero no creo que las reservas que muchos podamos tener con XSP expliquen los evidentes errores de este proceso. Por supuesto, en esta candidatura anidan los resortes muy bien explicados por Pablo Batalla y, más a zarpazos y pasándose de frenada, por Joaquín del Río. Pero pecan estos análisis de parciales. Ni todas las causas del desencuentro están en XSP ni en XSP hay sólo pasado.
XSP debe entender lo que debe entender cualquiera que aspire a una responsabilidad pública. Quien está en el poder debe sentir siempre dos pulsiones. No deben vencerle, pero debe sentir su tirón. Es la pulsión populista y la inversa, la pulsión ilustrada. El gobernante debe agradar, lo que haga tiene que ser bien recibido y comprendido por los administrados. Pero también debe ir por delante de ellos, pensar en lo que los demás no piensan y por momentos arriesgarse a no ser entendido. Si la actuación de XSP desorienta y desmoraliza a la izquierda de Gijón, es que las cosas no se hicieron bien. Algunas son muy evidentes. Si XSP piensa que el PSOE gijonés no es interlocutor posible, dígase desde el principio y manténgase una línea clara de actuación. Que sólo hacia el final se perciba el desencuentro multiplica la frustración. Por mucha autonomía que tengan las candidaturas avaladas por Podemos, tiene que haber unas líneas reconocibles. Si el problema para hablar con el PSOE es de principio, es complicado reclamar su apoyo en Oviedo. Y si no es posible trazar coherentemente una zanja entre el PSOE y Podemos que no culebree de un concejo a otro, pues que no se trace y las conversaciones se atengan a ello. La consulta ciudadana es un exceso más saludable que el búnker de los aparatos de los partidos, pero es un exceso. El resultado de esta consulta no va a ser un argumento político que la gente acepte, aunque cuando pase la tormenta creo que la iniciativa dejará posos saludables. XSP, y por extensión Podemos, tendrá muy difícil gestionar la frustración colectiva cuando en la investidura de Moriyón se agolpen los recuerdos de estos cuatro años: destemplanza, paletismo, falta de ideas, más toros y golf que dinamismo cultural, atonía y domingo por la tarde sin fin.
PSOE. Cuando se nos mete una pestaña en un ojo, es imposible ver ni pensar otra cosa que en la irritación y el lagrimeo producido. El día en que la derechona minoritaria coja el bastón de mando de Gijón el mundo se reducirá a esa irritación y no veremos otra cosa. XSP será la pestaña que muchos tengan en el ojo porque, al ser la última pieza del proceso, parecerá la única pieza. De hecho, en estas horas nadie está hablando del PSOE, sólo de XSP. Las negociaciones no se basan sólo en la afinidad a la que puedan llegar los programas y las intenciones. Se basan también en la confianza y en el crédito que cada parte inspire en la otra. No se entienda lo siguiente como una comparación, sino como una explicación. Si yo fuera un político del País Vasco, no podría pactar con Bildu. Puede que su programa y el mío se parecieran. Pero si no es capaz de llamar crimen a un disparo en la nuca de un señor que vende chucherías en un pueblo, no puedo ser su socio aunque con ello le dé el ayuntamiento a Rita Barberá.
Episodios de la gravedad del caso Villa, anclado en la mismísima sala de máquinas del PSOE, del escándalo del Musel o del caso Marea indican que el problema de corrupción en el PSOE asturiano es como el problema de corrupción de muchos otros sitios de un país que ya debe más de lo que produce en un año. La cuestión no son los casos de corrupción en sí. La cuestión es que ninguno de estos casos provocó movimientos visibles en el partido. No hubo agitación interna y petición de explicaciones y responsabilidades, no hubo reuniones nocturnas, no dimitió nadie, no cayó ninguna cabeza. Esto es una parte de la vieja política: la convivencia pacífica con la corrupción. No ocurrirá más que lo que hagan los jueces. ¿Son acaso depravados los militantes del PSOE, está el partido lleno de gente sin escrúpulos? La pregunta en sí misma ya es una memez. Ni los militantes ni la mayoría de los cargos o gestores del PSOE son corruptos. No es ese el corazón de la vieja política. Los militantes del PSOE son como yo. Si mi hijo o mi hija cometieran un grave delito, mi dolor no tendría orillas. Pero ese dolor sin forma sería aún mayor si los pillaran. Como siempre, sería mayor la atrición que la contrición. Los militantes del PSOE son como yo y como cualquiera, ángeles fieramente humanos. Les daña más que ciertas cosas salgan a la luz que el hecho de que ocurrieran. Se quejan con razón de la generalización injusta de señalar al partido como vieja política o espacio de corrupción. Pero sólo de eso. No se oyeron claras sus voces cuando sale lo de Villa y Javier Fernández no hace nada de nada (lo de echar a Villa a esas alturas ya es puro adorno), no le pidieron explicaciones ni urgieron reuniones. No es una crítica, es humana esa conducta. Este es el corazón de la vieja política: bastan unos pocos corruptos para que una estructura de gente noble sea como estructura corrupta. La cerrazón, opacidad y gestión permanente de intereses de partido crían una relación con el partido que tiende a la privacidad y a sentir los trapos sucios como propios y de familia. Es la estructura, no la gente.
El PSOE en Gijón tiene poco más de la mitad de votos que tuvo la última vez que gobernó y el número de votos que pierde en cada votación en la ciudad hay escribirlo con cinco cifras. Está cayendo y no puede confiar en sus propios apoyos para gobernar en ninguna parte. La fuerza con la que tendrá que entenderse es claramente Podemos, que justamente emergió contra esa vieja política de prácticas oligárquicas en la que tan fácilmente la perversión de unos pocos se hace estructural. Para entenderse con Podemos era obvio que tenía que dar señales de que Marea, Musel o Villa son ya indigeribles en el partido. Por mucho que se parezcan los programas no es fácil coaligarse con quien mantiene aquellas prácticas contra las cuales se cimentó el nuevo movimiento. El PSOE no hizo nada de lo que tenía que hacer para ser un socio fácil.
El PSOE sabe que el día D el mundo se reducirá a Moriyón cogiendo el bastón de mando y que según se acerca ese día momentáneamente nos olvidamos de lo demás. Entonces saca el traje de pana del armario y levanta el puño por la unidad de la izquierda concentrando toda la responsabilidad en XSP o quien caiga. Firma un manifiesto donde se lee: “creemos que estas elecciones y las próximas, nos presentan una oportunidad de construir mayorías de gobierno estables que se enfrenten a las políticas neoliberales impulsadas por el capital financiero, desencadenante y beneficiario de la crisis, desde diferentes focos de poder”. Como si no viéramos a Felipe González unos días de gran mafioso del Caribe con oscurísimos intereses y otros días de mandamás y guía espiritual del PSOE; como si no viéramos la actitud del PSOE con el TTIP y con las políticas neoliberales. El PSOE no puede seguir confiando en el chantaje de la intensidad emocional con que se viven aspectos muy limitados de la política los días clave de las votaciones.
IU. IU nunca condicionó seriamente las políticas del PSOE en Asturias. Siempre acabó siendo su chacha, el apoyo seguro cuando lo necesitaban a cambio de poca cosa. Y ahora también. No se entiende que antes de las elecciones se sintieran tan próximos a Podemos que quisieran una candidatura conjunta y después de las elecciones parezcan tener frío lejos del PSOE. Antes de las elecciones habían roto con Javier Fernández y después no quieren dar un paso sin él. La proximidad entre Podemos e IU es evidente, como dolorosamente ya debería saber esta última. En Asturias IU mantuvo un apoyo suficiente como para que haya un bloque real y perceptible de izquierda con Podemos. El empeño en no ir a ningún lado sin el PSOE sólo se puede entender por la inercia. Si hubieran dado pasos para hacer notar ese bloque, otro rumbo habrían tomado las cosas.
¿Qué hacer? La pregunta se refiere a lo que debe hacer uno mismo y a lo que uno quiere que hagan sus representantes. Respecto a lo primero, no creo que mis intenciones tengan más interés que la reflexión que sean capaces de suscitar.  Seguramente cualquier votante de IU estará de acuerdo en que esta formación fue un sainete en Gijón y un esperpento en el Principado. Y la votaron porque por encima de ciertas decepciones ven en IU un significado que se mantiene. Esta legislatura empezó con brutalidad, con recortes de sueldos, paro, eliminación de derechos y represión. Todo apuntaba a una nueva mayoría del PP, con un PSOE postrado, la calle en llamas y una separación nunca vista entre la clase política y los ciudadanos. Podemos sintonizó con los tiempos y por su acción el PP está abatido, tuvieron que inventar a Ciudadanos y el regeneracionismo es la reina de todas las negociaciones. Por encima de decepciones puntuales, el sentido de este movimiento se mantiene y mi apoyo electoral también.
Respecto a lo segundo, tengo en casa, como corresponde a mi edad, dos conductores novatos con la L. Sólo me permití un consejo: conduce por lo viene, no por lo que pasó. Si rozaste un coche que estaba aparcado, nada de qué hice qué habrá pasado. Si el coche está en marcha, sigue conduciendo hasta que puedas parar y no hagas más destrozos. Después del sábado hay que seguir conduciendo. La composición del ayuntamiento y del Principado es muy distinta a la anterior y nada tiene que seguir igual. Sigan conduciendo. El Girona fue capaz de ganar 0-3 después de su batacazo. Que no sean menos las izquierdas de nuesros dolores.

Eso sí, hoy estaremos todos con Rita Barberá: qué hostia … qué hostia …

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