Cayó el PP. No
tuvo un retroceso ni un mal resultado. Cayó. El PP se había desparramado por
todo el poder político, estatal, autonómico y local. Se había propagado como
una metástasis por el poder judicial (aunque se le escaparon algunos jueces) y
por las instituciones económicas y de control, se había insertado por las
aristas del sistema y lo había atrofiado como el colesterol malo. Y cayó, pero
como caen las cosas grandes y aparatosas, como se rompe el hielo ártico, poco a
poco, desgajándose en grandes bloques como Castilla-León y trozos más pequeños como
Valencia, en formas regulares como Asturias o raras y picudas, como Madrid, con
ese estruendo característico con el que se abren las grietas que pronto serán desprendimientos.
En los próximos meses asistiremos al estrépito de su lento derrumbe. Y las
elecciones nos dejaron más cosas. Algunas las podemos presentar desordenadamente y en emulsión.
IU, Podemos, la izquierda y la gente.
Podemos es percibido con claridad como fuerza de izquierda, pero prefiere no
utilizar esa referencia. IU basa su argumentario en esa referencia. Los dos
deberían saber que existen esas dos culturas en la izquierda, aunque es obvio
cuál es la emergente, y entender que debe haber un término medio entre repudiar
la palabra “izquierda” y no saber completar una frase sin ella. La palabra
“izquierda” alude a una ideología, pero también a una práctica. Se asocia con
partidos, militancia y ciertas formas de actuación. Y ese tipo de partidos, ese
estilo de militancia y esas formas de actuación son ajenos al mundo de muchos
jóvenes y de muchos no tan jóvenes que no quieren saber nada de partidos. El 15
M no se presentó en su día por ese motivo como una movilización “de
izquierdas”, aunque es evidente que la izquierda se sintió en sintonía. La
palabra hubiera encajado mal con aquello, igual que mucha gente con
sensibilidad igualitaria eludiría llamar “feminista” a su postura, porque se
siente ajena a cierta forma de activismo. Pero sigue habiendo una izquierda que
mira la realidad desde la ideología y que tiene buenas razones para asociar la
vaguedad ideológica con la falta de compromiso. Existen esas dos culturas. El
Orinoco, de color pardo, recibe las aguas del Caroní, de color azul, en Puerto
Ordaz y durante varios kilómetros el río tiene dos colores porque las aguas no
se mezclan debido a la fuerza con que fluye cada río. Es inevitable que IU y
Podemos, también por la fuerza de su impulso, fluyan durante un tiempo sin
mezclarse. Pero en algún momento esas dos culturas tendrán que fundirse.
Circulan por el mismo cauce. Es evidente que el Orinoco es el que lleva el
cauce principal pero también que mejora con el azul que le da el Caroní. Como
el Orinoco, si IU se diluye sin más, Podemos habrá perdido algo que lo haría mejor.
Esperanza Aguirre. A mí siempre me
pareció tan corta como se lo pareció a todo el mundo al principio. Un personaje
de La Gran Belleza respondía a la
pregunta de cuál era su oficio diciendo: “yo soy rica”. Esa fue la ocupación
habitual de Aguirre, ser rica. Un equipo de varias docenas de expertos en
comunicación, pagado por todos nosotros, le hizo un personaje que funcionó. En
esta campaña acreditó su poca inteligencia con el tono provocativo y faltón que
no podía tener más consecuencia que disparar el mecanismo del voto útil para
Carmena. Y, consumado el desastre, se le ocurre la broma de todos contra
Podemos y vuelve a colocar a Pablo Iglesias y sus chicos donde querían estar:
en la centralidad del momento político. Poco inteligente. Aguirre es además mala persona, lo
ve cualquiera. Y sonríe siempre. Las malas personas que sonríen suelen ser
especialmente inmisericordes. Sus declaraciones histéricas y en bandazos de estos
días recuerdan al zigzag frenético de un globo deshinchándose. Como decía aquel
otro personaje de Amanece que no es poco:
“qué irse … qué apagarse …”
Foro en Gijón. Moriyón, los restos
mortales del Foro, pierde la mayoría que la sustentaba, pero de golpe se siente
un solo espíritu con Xixón Sí Puede (Podemos) y Ciudadanos. Tanta regeneración
ambiental la reinicia por dentro como un ordenador que se hubiera colgado y
pide una ola de cambio con ella a la cabeza. El Foro empezó en Gijón como en el
Principado: a bramidos, rompiéndolo todo y sin ideas. En el Principado en siete
meses consiguió la proeza de perder la mayoría a manos de un PSOE en aquel
momento en caída libre y sin líder (como hoy). En Gijón en ese arranque
degollaron el Festival de Cine y pegaron dentelladas a la Semana Negra y a
cuanto encontraron a su paso, casi todo desconocido para ellos. Luego siguieron
sin ideas pero se calmaron. Pusieron la ciudad en punto muerto y cabalgaron
sobre su inercia. Todo languideció sin pulso: el enredo del PGOU, los planes de
empleo, la atención social, las infraestructuras, … Con una mano de pintura en
el Muro fingieron que habían hecho un carril bici. Y en elecciones sacaron
lápices de colores para fantasear memeces sobre soterramientos en el Muro y
otros delirios. La ciudad se tambalea como una peonza a la que se le esté
acabando el impulso. Y ahora Moriyón se levanta regeneracionista y se inventa
un pacto estrambótico entre Podemos, Ciudadanos y los restos mortales de
Álvarez Cascos. Que un adulto se haga cargo de la ciudad de una vez.
Barcelona. Puede que Barcelona haya
sido el éxito más interesante de Podemos. Precisamente porque Ada Colau no es
de Podemos y su plataforma original, Guanyem Barcelona, ni nació ni se
desarrolló en Podemos. La singularidad de Podemos es más de método y forma de
organización que de novedad de ideas o propuestas. Las estructuras abiertas y
el ensamblaje blando encajan bien con ese activismo, sobre todo joven,
refractario a militancia y estructura clásica de partido. Y en Barcelona mostró
como en ningún sitio la capacidad de mezclarse y sumar.
IU en Asturias. Los cinco diputados
de IU en la Junta del Principado son un taburete de tres patas que merece
atención: la pata del crédito y valía
de Llamazares (del que hace poco dijo Jaime Poncela
que sería raro oírle un chiste, pero más todavía que se lleve un euro de nadie),
la pata de la firmeza ideológica de una parte bien visible del electorado
asturiano (que sigue queriendo oír la palabra “izquierda”) y la pata del bien
hacer municipal de IU en muchos ayuntamientos. Emilio León y Llamazares son dos
personajes con talante adecuado para que Asturias note algo interesante con los
catorce representantes que juntan.
Moody’s. La deuda española creció
como nunca con Rajoy. Está en máximos. Tras las elecciones es una posibilidad
el ascenso de Podemos. Lo primero no hizo bajar la calificación de Moody’s a
nuestro país. Lo segundo sí. Es la política y no la deuda lo que preocupa a
Moody’s. Grecia es una cosa. Pero Grecia y España es otra cosa. Habrá que
pensarlo.
Podemos, en general. La legislatura
fue crispada desde el principio y el PSOE empezó sin pulso. Hasta hace año y
medio todo iba hacia una nueva mayoría del PP, con cierto desgaste, y con un PSOE
lánguido y casi postrado (recuerden a Rubalcaba). Es justo reconocer que el
cucharón que revolvió la olla fue Podemos. La agitación que introdujo es lo que
provocó la remoción de la situación política que vimos en estas elecciones. Parte
de su éxito dialéctico fue la ilusión y la ilusión no se siembra sin optimismo
y moral de victoria. Y la moral de victoria no se predica sin decir algún
exceso y alguna tontería. Se le están recordando algunas a Pablo Iglesias. Y
hacen bien. Pero que todo el mundo revise las suyas. Algunas bobadas sobre Podemos
fueron sonadas. Sólo una pista. El argumento de Esperanza Aguirre para
justificar un frente patriótico contra Podemos sonó ahora patético y delirante;
pero era perfectamente coherente con lo que decían más partidos que el PP hace
unos pocos meses. Que cada uno revise sus tonterías y recupere la humildad.
Inestabilidad. Villa fue la médula del PSOE tal cual es en Asturias. Hay tres
evidencias cada una más firme que la anterior: 1. alguien más que él robó
mientras Asturias declinaba; 2. alguien tenía que saberlo en el aparato del
PSOE; y 3. a partir de que se hizo público, el aparato del PSOE podía haber
removido Roma con Santiago para saber lo que pasó y dar explicaciones. Aunque
aceptáramos que Javier Fernández no sabía nada, no se puede aceptar que no lo
pudo averiguar desde que el caso salió a la luz o que no lo puede averiguar
ahora. Ese es el factor de inestabilidad, eso es lo que complica un pacto sin
recelos en Asturias, Andalucía, Madrid y tantos sitios. No es la fragmentación
del voto ni la ley electoral, sino la corrupción y la falta de energía contra
ella lo que hace inestable la situación. Eso y tantos pobres, tantos parados y
tantos sueldos de hambre.
Errejón. No lo pierdan de vista. Él
tiene el mapa del tesoro.
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