Extraña sesión
de investidura la de Asturias. Nadie tenía mayoría ni acuerdos con nadie. Nadie
intentó convencer a nadie y ni siquiera sorprender con algo nuevo. La actitud
allí en la tribuna recordaba a la que tiene la gente que coincide en un
ascensor. Por la invasión del espacio íntimo, la gente en un ascensor se evita
la mirada, manipulan sin sentido el reloj y miran hacia arriba o hacen
estiramientos de cuello extraños. Allí en la Junta todo el mundo se ponía de
perfil intentando no coincidir ni rozar con nadie. Extraña sesión que deja el
gobierno en el aire y cuestiones para la observación.
Llamamientos a la unidad
de la izquierda. Ya teníamos los amores de la izquierda en tres
sabores. Gijón dejó el desencuentro más traumático, que mantuvo a Foro en el
gobierno. Oviedo dejó el idílico entendimiento con generosidad de unos y
gratitud emocionada de otros. Y
el empate del Principado
dejó la imagen del próximo futuro, que es el PSOE y Podemos con las espadas en
alto y rugiéndose. En Gijón, XSP cometió un grave
error. Se equivocó porque no se puede rechazar al
PSOE por principio, dado que la tendencia es que nadie en la izquierda llegue
al poder sin un acuerdo entre PSOE y Podemos. Y se equivocó porque no dieron
más explicación sobre sus discrepancias de programa que una acumulación de
eslóganes. Pero no nos conformemos
con señalar a XSP.
Cabe pensar que que arreciarán estas próximas horas llamamientos al entendimiento de la izquierda y que después se multiplicarán manifiestos de aquí a noviembre. Ese entendimiento solicitado suele acabar consistiendo en la
obligación de los demás a apoyar al PSOE por el valor supremo de evitar
gobiernos de derechas, sin que se reclamen también a él obligaciones claras. Cualquier
manifiesto que pida la unidad de la izquierda debe añadir algunas líneas a su
prosa habitual que dejen nítidos algunos deberes para el PSOE. Tres deberes
fundamentales. El primero es la repulsa creíble de la corrupción, que implica
necesariamente el distanciamiento explícito de políticos asociados con períodos
de desmanes. Lo hizo Cristina Cifuentes señalando con el dedo y por su nombre a
Esperanza Aguirre. Lo hizo Felipe VI dejando a su hermana sin títulos. Y lo debe
hacer el PSOE censurando explícitamente a cuantos Areces haga falta y dejando
de convivir con placidez con casos como el de Villa o el Musel, que no les provocan
el menor sarpullido interno. El segundo es la despolitización de las instituciones
y servicios con leyes parecidas a las que impiden esta lacra en otros países. Y
el tercer deber es el compromiso con las políticas efectivamente de izquierdas aquí
y en los organismos internacionales.
IU en Asturias nunca
exigió al PSOE nada de esto. Y sigue sin hacerlo. Llamazares no quiere alejarse del PSOE por
acercarse a Podemos. ¡Qué diferencia antes y después de las elecciones! Señalaba en este periódico Xandru Fernández que de 66 tuits que Llamazares publicó en 7 días,
44 fueron hacia Podemos y sólo 2 fueron críticos con el PSOE. XSP no convenció
en Gijón, pero Llamazares cada vez se explica peor en el Principado.
Ahora el Principado. No creo que Podemos tenga obligación moral de
pactar con el PSOE por la unidad de la izquierda, pero sí la tiene para evitar
otras elecciones. Es difícil saber cómo asimilaría la sociedad asturiana
semejante alarde de incompetencia. Al PSOE le corresponde en estas horas ir más
allá de sus líneas rojas para convencer a Podemos. Y a Podemos cintura de
contorsionista por una responsabilidad con Asturias mayor que la unidad de la
izquierda. Lo del Foro parecen ganas de enredar. O a lo mejor creen que les va
a llover otro Gijón del cielo. Lo cierto es que lo único que tienen es Gijón y
muy en precario. Que cuiden bien que el abrazo de Coto y Cherines no acabe
siendo el abrazo del oso para Moriyón. Y vaya carrerón que lleva Javier
Fernández. Primero quiere poner patas arriba a Oviedo y Ana Taboada le pinta la
cara. Y ahora jugó al Llanero Solitario y acaba teniendo que negociar en
rebajas.
Sus sueldos. Parece
que 1900 euros de sueldo para sus señorías es pura demagogia. En este espacio
recordé que de año en año aumentan los profesores de media jornada con 800
euros de salario. Apetece apurar la demagogia y decir que si un trabajo como el
de la enseñanza, cualificado como el un ingeniero o un juez, se despacha con
800 euros, no ha de haber diputado que gane más de 1900. Pero lo que planteó
Podemos es más estructural y consiste en relacionar el sueldo de los
parlamentarios con el salario mínimo. Si tres veces el salario mínimo es poco,
discutamos si debe ser cinco veces más, pero aceptemos el principio de que, por aquello de dar ejemplo, no puedan subir su propio sueldo sin subírselo al que menos cobra.
¿Tan gracioso es como para merecer la condescendencia de Lastra y el hastío de
Llamazares? ¿Es raro que pregunte Daniel Ripa por qué la Junta aumentó su
presupuesto esta legislatura, cuando se redujo el de todo el mundo? ¿Cuánto
ganan en dietas y por hacer no sé qué en comisiones? Si hay más asesores que
diputados, ¿se puede saber a qué se dedican los diputados? Si el señor Lastra
cree que lo que ocurre es que Emilio León, como todos nosotros, no entiende
cómo funciona la Junta, ¿cree que no tiene que dar explicaciones para que lo
entendamos todos? Ojalá Emilio León mantenga su postureo y Llamazares se
levante de la siesta.
Derecha en Gijón y el Principado. El
PP en Asturias es como esas canicas que se oyen siempre en el piso de arriba
sin sentido y sin consecuencias. Cherines es la digna representante de su
irrelevancia. Su afirmación solemne de que ella es una rebelde, hecha sin
entonación ni expresión, merece sin duda el premio al Gran Sonrojo de la sesión.
El Foro en la Junta es como un rabo de lagartija agitándose ya sin cuerpo. Ahora
enredan entre los dos para ver si consiguen otras elecciones. Qué rebeldía,
cuánto alzamiento.
En Gijón el
gobierno del Foro cayó como una tonelada de hormigón en los pies de la ciudad.
No quedó más movimiento que la inercia apagada de tiempos pasados. En esta
legislatura los primeros pasos de Moriyón parecen ser distintos. No cabe esperar
ideas o iniciativa donde nunca las hubo, pero sí un cambio forzado de actitud.
Ahora parece querer flotar sobre el magma izquierdista mayoritario. Habló en pocos
días de gastos sociales más que en toda la legislatura anterior. E hizo un par
de gestos de apertura, que en realidad son obviedades. Uno fue el de abrir la
representación en las empresas municipales. Habían copado ellos y el PP esa
representación y no llevaban al Pleno más temas que los que les apetecía (como
antes las corporaciones socialistas). Ahora dice que dejará de abusar. Qué
remedio. El otro gesto fue renunciar a su proyecto estrella de soterrar la
circulación del Muro. Otra obviedad. La ocurrencia electoral después de cuatro
años de atonía había producido ya todo tipo de gracietas en la parte risueña de
Gijón e irritación por la enésima tomadura de pelo en la parte más
circunspecta. Claro que tiene que abandonar esa broma. Extraño puzle el de
Gijón, donde todo el mundo jugará sólo a no despeñarse.
La legislatura
se anuncia,
pues, gris en Asturias. El partido más votado se había acostumbrado a bajar en cada elección y
ya no notaba la sensación de descenso. Ser menos pequeño que los demás parecía bastarle. Pero ya es demasiado pequeño y acumula demasiadas
malformaciones para ser un socio cómodo. Urge su refundación.
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