domingo, 8 de noviembre de 2015

PODEMOS CASTRENSE Y DERECHA DE PUTAS. AROMAS PREELECTORALES

El PP tiene la mayoría de votos como se tiene el agua formando un cuenco con las manos: se retiene juntándolas bien y apretando de manera refleja las rodillas y las nalgas, pero no podemos hacer nada para impedir que otros metan la garcilla y se lleven algo. Los votos del PP son los que no sean capaces de llevarse los demás partidos, porque el PP no tiene forma de retenerlos. Es notable que el Presidente sea el político menos valorado del país, aquel que nadie se toma en serio y al que nadie cree, y sea sin embargo el que más expectativa de voto tiene: como digo, sin discurso creíble posible, retiene con las manos y las rodillas bien juntas lo que la torpeza de los demás no sea capaz de tomar.
Aunque la esencia de las cosas está en su núcleo, la forma está en su periferia. El núcleo del PP se fue viendo en las tramas delictivas, en las mentiras constantes de Rajoy y en las mermas de servicios y derechos. El PP de Asturias, lejos del núcleo, hizo su contribución a la periferia para dibujar la forma de la criatura. Los golfos puteros de Aquafest, con esas fotos haciendo la higa y estrujando billetes y esa hilaridad ruidosa y zafia que se adivina, dibujan el contorno del PP como los niños cuando todavía no saben y hacen rayones. En cierta ocasión en que fui invitado por una Universidad, al enredar en la tele de la habitación del hotel apareció un menú con sus funciones. No recuerdo con qué eufemismos divertidos se hacía saber que el coste de las películas porno no figuraría detallado en la factura, sino que se prorratearían los demás gastos hasta cubrir el precio y aquí no ha pasado nada. Me hizo gracia la astucia. Pero al ver la factura de estos patanes que publicó la prensa veo que tiene más gracia la cosa si se detalla todo con su nombre verdadero.
Y todo justo cuando el PP asturiano y el Foro se dan una segunda oportunidad y rehacen una derecha unitaria en Asturias. En el caso del PP, será divertido ver a Gabino de Lorenzo cómo recompone aquella gracieta del FAC de Cascos y el fuck inglés (no haremos chistes facilones con el fuck de Gabino y los puteríos de sus descendientes políticos); o cómo el PP echa sombras sobre el PAC (con p) de los papeles de Bárcenas. Cautivo y desarmado (adiós transversalidad ideológica, adiós regeneracionismo, adiós asturianismo a Madrid no debido), el Foro queda con esta operación en emulsión, con unidades aisladas flotando en las aguas del PP como esos grumos que hace el Cola Cao en la leche fría y Gijón como único cuajo con tamaño masticable. Moriyón, que empezó (¡hace tan poco!) esta legislatura desmelenándose por el cambio y proponiéndose como capitana de un pacto Foro – XSP – Ciudadanos que cabalgara lejos de la vieja política, tendrá que entrar de puntillas en el ayuntamiento para no despertar de la siesta a la fiera de la unidad de la izquierda. Pero seguramente el Foro no retorna al redil de vacío. Dicen en las películas que el mayor éxito del diablo fue convencer al mundo de que no existe. El Foro atrajo a cierto asturianismo sin acomodo y a cierta izquierda desorientada. La coartada psicológica fue convencerse de que la derecha no existe. Y algo de ese rédito puede quedar. El Foro puede volver al PP con hebras izquierdistas entre la uñas convencidas de que el diablo no existe.
El PSOE no avanza porque no se le ve. Apoya el TIPP, la monarquía, el concordato y los despidos baratos de la reforma laboral, pero todo con reservas para no sobresalir y que no se le vea con el PP. Apoya la singularidad de Cataluña, pero se esconde en un federalismo que viene de los 70, cuando tampoco se sabía lo que era eso, para que no se le vea con los del derecho a decidir. Apoya cambios en la ley electoral y en la Constitución, pero no muchos para que no se les vea con los opositores al régimen del 78. En Asturias apoyan la protección y uso del asturiano, pero no su oficialidad para que no se les vea con los asturianistas. Se mueve en todas direcciones para no parecer inmovilista, pero se mueve poco, porque en todas las esquinas hay corriente y no quieren que se les vea por ninguna de ellas, no les vaya a dar un aire. Total, que no se les ve. Nos gobierna el presidente más desacreditado de la democracia y no son capaces de meter la garcilla y sacar votos del partido que no es capaz de retenerlos. Deberían desmelenarse un poco.
La incursión de Podemos en el ejército con el fichaje del general Julio Rodríguez me evocó sinestésicamente a un postre que daban en Oviedo en el que se mezclaba tocinillo de cielo muy frío con queso Cabrales fundido y caliente. Las palabras soeces y lascivas dichas por personas de aspecto y modos recatados cobran un plus de audacia que las hace extrañamente morbosas. Los detalles hogareños de personas visiblemente libertinas tienen una carga añadida de ternura, como el dulce frío del tocinillo mezclado con la intensidad del Cabrales caliente. O como un general entrando en Podemos como ministro de defensa en la sombra a plena luz del día. Seguramente la gracia del juego de opuestos está en que, si consiguen mezclar, el conjunto cobra volumen, de alguna manera crece hacia dentro. En España el ejército está asociado a conservadurismo político, disciplina y circunspección. Podemos está asociado a izquierdismo irrespetuoso, desorden y falta de compostura. La mezcla, la percepción de que Podemos puede llegar a un general del ejército, puede ayudar a dar a la imagen de Podemos un volumen en el que quepan cualidades que la gente asocia con gobernantes. Pero no cabe duda de que son dos sabores contrapuestos en el paladar del elector. Podemos sabe que uno de sus puntos débiles es su credibilidad como gobernantes. Ese punto débil no se combate con mareas ciudadanas, sino con personajes emblemáticos. Sospecho que vendrán más fichajes. Pero no deben olvidar lo que les llevó a lo más alto de la previsiones de voto hace unos meses. No fue la credibilidad ni el ejército. Fue la empatía, el pellizco en el nervio emocional del país, la percepción de que eran el cucharón con el que la gente común podía remover lo que se cocinaba en las alturas. En español hay una palabra hermosa que desdichadamente no tiene equivalente positivo: dolorido. Es lo que queda después del dolor, su eco o recuerdo. La convulsión provocada por Podemos en su día sigue en el país, pero reducida a esa sensibilidad atenuada como un rumor que sería como su memoria o eco (no hay palabra del tipo dolorido para esto). Esa sensibilidad sigue ahí lista para dejarse irritar. Seguramente Podemos, entre fichaje y fichaje, tiene que volver a ser más irritante.

En los concursos de belleza que vi en alguna película americana, las candidatas, aparte de belleza, debían exhibir alguna destreza singular (baile, habilidades gimnásticas, canto, …). Parece que los candidatos políticos tienen que dejarse ver en programas televisivos informales para exhibir campechanía y cualidades de gente normal. Seguir la ruta electoral de los candidatos se está haciendo más complicado que encontrar un partido de fútbol concreto en la maraña de derechos comprados por operadores y canales. Hay más noticias en el programa de Wyoming que en el Telediario y es más fácil oír a los candidatos en el Hormiguero que en las instituciones. Habrá que tener paciencia hasta que alguna persona adulta se haga cargo del país.

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