La ley de Gallardón tiene algo de
Sálvame. Pide a gritos pronunciamientos a gritos sobre ella. Hasta la extrema
derecha francesa se sintió obligada a pronunciarse. Y provocó en Rajoy esa
pereza que le dan a él las cosas cuando se embarullan y no le dejan leer el
Marca en paz.
La ola de pronunciamientos no llegó
hasta Francia y la Unión Europea sin pasar por Asturias. Aquí todo el mundo
dijo mu. Pero el Foro calla. Moriyón enmudece y P.A.C. tiene afonía selectiva.
Eso, o está demasiado estresado entre querellas contra la prensa asturiana y la
madeja de Gurtel. Cortázar tiene un relato asfixiante en el que un infeliz
trata de quitarse un jersey de lana y, de tal manera se lía con sus movimientos
y contorsiones para sacarse el dichoso jersey, que cuando su saliva arrolla ya de
color azul mezclada con la lana, llega a atacar su propia cara con su propia
mano, como si una y otra fueran ya parte de dos organismos distintos. Y es que
la madeja de Gurtel lía a cualquiera en un enredo en el que ya no se sabe si la
mano de P.A.C. que retiraba los fondos y el bolsillo de P.A.C. que los recibía
eran del mismo P.A.C., o el bolsillo era de uno y la mano de otro. Y mientras
P.A.C. se contorsiona para sacarse de encima el tinglado Gurtel, seguramente no
tiene tiempo para Gallardonadas. A lo mejor el resto de Foro, Moriyón a la
cabeza por ser su alcaldía el pico más alto de Foro como el Cabo Peñas, calla
hasta que P.A.C. se quite de una vez el jersey y diga algo a lo que atenerse.
Será eso. O quizá tanto silencio
sea un problema de afonía. Los siete meses de gloria del Foro serán recordados
por su estridencia, por aquellos gritos histéricos con que pedían al ancho
mundo que huyeran del Niemeyer porque tenía una exposición horrible y todos
aquellos zarpazos con que querían cerrar todo lo que estuviera entreabierto en
Asturias. Tanto griterío fuerza la garganta y ahora el aborto de Gallardón los
pilla afónicos. También pueden ser los aires marinos. Con tanta mirada
atlántica cualquiera coge un aire y se queda sin voz.
Porque a nuestra alcaldesa Moriyón reprise y arrojo no le faltan. Hace año
y pico sus compis médicos se pusieron en huelga y ella, desde lo alto de su
alcaldía y con todo su desorden a cuestas, desenvainó su verbo diciendo
palabras como “intolerable”, “hostigar”, “dañar” y “unilateralmente”, en
defensa de sí misma y los demás médicos. Claro que esto de mujeres con la
angustia de un embarazo no deseado es un tema más ajeno a una alcaldía
propiamente dicha. En una escena de la película Hair, uno de los hippies protagonistas se entretenía trotando con
un caballo al lado de una señorita bien, también al trote, y concatenando
palabras sueltas como “felación” o “pene”, sólo para ver el sonrojo y apuro de
la joven. Moriyón, cuando no parece una señorona fuera de sí que disuelve
plenos municipales de puro enfado, tiene maneras y tonos como de monja o
señorita bien al trote y hace pensar si no se pondrá colorada con la palabra
“aborto” y será el azoramiento lo que le impide articular palabra sobre el tema.
Pero lo hecho hecho está y el
tiempo no puede volverse atrás. Diga lo que diga el Foro no será ya dictado por
un planteamiento sobre un cierto tipo de situación humana. Su silencio ya no
podrá hacer olvidar a ninguna mujer que se vea en ese trance de maternidad
obligada desde el púlpito que, sea lo que sea lo que diga el Foro, lo habrá
dicho por ese tipo de cálculos mezquinos que suelen reducir la política y la
moral a calderilla. El pack Moriyón – P.A.C. ya se pronunció de la peor
manera posible: ni a favor ni en contra; sólo roñosos frotamientos de manos
mientras piensan qué les conviene más.
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