viernes, 29 de agosto de 2014

Antisistema

[Artículo semanal en Asturias24 (www.asturias24.es)]

Michel Corleone, en El Padrino, ante los disturbios previos a la revolución cubana: "Los soldados cobran por luchar. Los rebeldes no cobran ... Pueden ganar."
En el cara a cara electoral, reprochaba Ronald Reagan a su adversario demócrata, Walter Mondale, que su programa estaba tan a la izquierda tan a la izquierda que se había salido del país. Era una frase tan inteligente tan inteligente que se había salido de las posibilidades del cerebro de Reagan, pero no de las de sus asesores. Una cosa es decir que la política propuesta por Mondale era demasiado liberal y otra cosa es decir que no era americana.
Por extraño que parezca a una mente progresista, todos tenemos un punto en el que nos parece que razonar o debatir es de mal gusto y que lo civilizado es ser dogmático. Nos parece saludable razonar sobre el papel del estado en la educación o sobre la continuidad de la monarquía. Pero argumentar otra vez sobre si los blancos y los negros deben tener la misma consideración legal, si las mujeres están biológicamente bien dotadas para la responsabilidad y el mando o si debe ser delito el reparo o descreimiento de la doctrina católica no nos parece un ejercicio sano de contrastación de ideas. Todo lo que no sea aceptación inflexible de la igualdad de razas, sexos y creencias nos parece incivilizado. Nos parece más educativo reñir a un niño que exprese dudas de la humanidad de los indios que razonar con él.
A ese punto que todos tenemos en alguna parte apelaba Reagan para poner límites a lo debatible. Podemos discutir de lo que quieras, pero sin salirnos de América. Brillante. El egoísmo colectivo nacional es para la mayoría una de esas lineas que marcan el territorio en el que razonar es de buen tono y no es abrir paso a la barbarie o el desorden. Y a ese límite apelan cada vez para más cosas  con la expresión "sistema" y sobretodo con su opuesto "antisistema".
La pujanza electoral de Podemos y el éxito de su predicamento están sembrando los discursos de fuerzas políticas y prensa interesada (valga la redundancia) de advertencias sobre las prácticas antisistema y populistas. Los dos partidos hegemónicos, que ni siquiera se suelen expresar igual para decir lo mismo, tienen un discurso sorprendentemente uniforme para advertirnos de los límites del sistema y, con él, del razonamiento. Por momentos se siente uno en el Planeta de los Simios, con Felipe González bajando de su avión particular para hacer de doctor Zaius y advertir de los males de la Zona Prohibida del debate.
A pesar de los muchos análisis y conjeturas que se hacen sobre el inesperado éxito de Podemos, puede que sean más interesantes las reacciones que suscita que el discurso directo de la nueva fuerza. O por lo menos puede que diga más del momento social en el que estamos. Las ideas antisistema, la Zona Prohibida, la subversión en todas sus formas siempre fue un espacio inconcreto donde se mezclaron churras con merinas. Cuando yo era preadolescente, con Franco todavía inaugurando pantanos, había en mi barrio una familia en la que todos eran testigos de Jehová. Por esa razón a la chica de esa familia que era de nuestra edad la llamábamos "la comunista". Así es la Zona Prohibida, no se distingue el culo de las témporas.
La aparición de Podemos como un susto no hace más que acelerar una tendencia absolutista a estrechar el marco de lo discutible y ampliar el campo de lo dogmático. La palabra "sistema" designa un terreno cada vez más pequeño y cada vez más ideas son antisistema  porque cada vez hay menos cosas debatibles. Es antisistema, por ejemplo, no dar prioridad a la contención y reducción de la deuda pública. Bien, quizá sea verdad que hay que pagar lo que se debe. Después de todo, hasta el Padrenuestro quitó eso de perdonar las deudas a nuestros deudores. Pero es que unas formas de subir la deuda son antisistema y otras no. Capitalizar bancos ruinosos con fondos públicos que no se recuperarán es una medida dentro del sistema, aunque dispara la deuda pública. Subir esa misma deuda creando hospitales, contratando profesores o manteniendo el sistema de pensiones, en cambio, es antisistema. No trato de decir ahora que rescatar los bancos sea malo y mejorar la sanidad pública sea bueno. Digo que una cosa y otra son debatibles. Pero la doctrina oficial es que no hay debate: no rescatar los bancos es antisistema y mejorar la sanidad también es antisistema. Y ya se sabe que en la Zona Prohibida todos los culos son témporas: lo que sea antisistema será bolivariano, etarra, comunista y testigo de Jehová.
Como digo, el sistema cada vez es más pequeño. Tanto que ya no cabe la ley dentro de él. Es imposible que la extorsión mafiosa de los Pujol o de Blesa fuera desconocida para los responsables políticos y jurídicos. Los indicios de prácticas delincuentes continuadas individuales y de grupo en estas décadas de delirio son tan evidentes como palmaria se hizo en el Tour de Francia la sospecha de prácticas de dopaje organizadas. En el Tour se hicieron redadas y rodaron cabezas con sus laureles. En cambio, en nuestro ruedo ibérico tenemos más aforados que en el resto de Europa junta. Pretender pedir cuentas al rey saliente, a ex-presidentes o presidentes incluidos en listas de pagos en b, a ministros con jaguares caídos del cielo o hacer redadas en partidos implicados en prácticas delincuentes por décadas es populista y antisistema. Incluso señalar con el dedo privilegios que pesan sobre nuestras espaldas y nuestra sanidad y servicios públicos es estar contra la política y el sistema de partidos. Cada vez hay que callar a más cosas para no salirse del sistema y del país, como Mondale.
Como decía, es interesante la reacción que suscita Podemos. Por más que se desgañiten, no se está hablando contra el sistema: nadie pone en cuestión que haya elecciones, libertad de opinión y de prensa, división de poderes, propiedad privada, acumulación de riqueza, ... No parece que España esté en riesgo de hacerse testigo de Jehová. Tampoco se están diciendo cosas más radicales de las que se oyen normalmente. No creo que Podemos esté diciendo nada sustancialmente distinto de lo que Izquierda Unida, por ejemplo, dijo muchas veces. Y además IU lo dijo en el Parlamento y no en La Tuerca.
Esos oídos lastimados y lastimeros que nos advierten asustados que nuestras ideas no se salgan del país no están oyendo nada que no hayan oído antes. No es lo que oyen lo que los asusta. Les asusta lo que asustó al Michel Corleone de El Padrino en Cuba: es que pueden ganar. Llegan sin esa mochila que, aunque Cayo Lara no se dé cuenta, es más un lastre que un aval, en un momento de máxima desagregación social y sin querer entrar en el juego de privilegios y prebendas. Y pueden ganar. Si los revolucionarios cubanos pudieran ver la reticencia de Corleone a entregar el maletín de dinero al capo Hyman Roth, cobrarían moral al saber que era el enemigo el que más creía en su victoria.

Lo paradójico de la reacción de partidos y prensa alimentada es que son los que están convenciendo a todo el mundo de que Podemos realmente puede. Las maneras y la forma de organización de la nueva fuerza son, obviamente, eficaces, pero su mayor éxito propagandístico es convencer a sus rivales de que pueden ganar y que sean ellos los que nos lo hagan saber. No hay mejor pregonero que tanto columnista metido a historiador de cucharón y tanto político reiterando simplezas haciendo la propaganda. Quizá se estén quedando ellos fuera del país.

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