[Artículo semanal en Asturias24 (www.asturias24.es)]
Michel Corleone, en El Padrino, ante los disturbios previos a la revolución cubana: "Los soldados cobran por luchar. Los rebeldes no cobran ... Pueden ganar."
Michel Corleone, en El Padrino, ante los disturbios previos a la revolución cubana: "Los soldados cobran por luchar. Los rebeldes no cobran ... Pueden ganar."
En el cara a cara electoral, reprochaba Ronald Reagan a su
adversario demócrata, Walter Mondale, que
su programa estaba tan a la izquierda tan a la izquierda que se había salido
del país. Era una frase tan inteligente tan inteligente que se había salido de
las posibilidades del cerebro de Reagan, pero no de las de sus asesores. Una
cosa es decir que la política propuesta por Mondale era demasiado liberal y
otra cosa es decir que no era americana.
Por extraño que parezca a una mente progresista, todos
tenemos un punto en el que nos parece que razonar o debatir es de mal gusto y
que lo civilizado es ser dogmático. Nos parece saludable razonar sobre el papel
del estado en la educación o sobre la continuidad de la monarquía. Pero
argumentar otra vez sobre si los blancos y los negros deben tener la misma
consideración legal, si las mujeres están biológicamente bien dotadas para la
responsabilidad y el mando o si debe ser delito el reparo o descreimiento de la
doctrina católica no nos parece un ejercicio sano de contrastación de ideas.
Todo lo que no sea aceptación inflexible de la igualdad de razas, sexos y
creencias nos parece incivilizado. Nos parece más educativo reñir a un niño que
exprese dudas de la humanidad de los indios que razonar con él.
A ese punto que todos tenemos en alguna parte apelaba Reagan
para poner límites a lo debatible. Podemos discutir de lo que quieras, pero sin
salirnos de América. Brillante. El egoísmo colectivo nacional es para la
mayoría una de esas lineas que marcan el territorio en el que razonar es de
buen tono y no es abrir paso a la barbarie o el desorden. Y a ese límite apelan
cada vez para más cosas con la expresión
"sistema" y sobretodo con su opuesto "antisistema".
La pujanza electoral de Podemos y el éxito de su
predicamento están sembrando los discursos de fuerzas políticas y prensa
interesada (valga la redundancia) de advertencias sobre las prácticas
antisistema y populistas. Los dos partidos hegemónicos, que ni siquiera se
suelen expresar igual para decir lo mismo, tienen un discurso sorprendentemente
uniforme para advertirnos de los límites del sistema y, con él, del
razonamiento. Por momentos se siente uno en el Planeta de los Simios, con
Felipe González bajando de su avión particular para hacer de doctor Zaius y
advertir de los males de la Zona Prohibida del debate.
A pesar de los muchos análisis y conjeturas que se hacen
sobre el inesperado éxito de Podemos, puede que sean más interesantes las
reacciones que suscita que el discurso directo de la nueva fuerza. O por lo
menos puede que diga más del momento social en el que estamos. Las ideas
antisistema, la Zona Prohibida, la subversión en todas sus formas siempre fue
un espacio inconcreto donde se mezclaron churras con merinas. Cuando yo era
preadolescente, con Franco todavía inaugurando pantanos, había en mi barrio una
familia en la que todos eran testigos de Jehová. Por esa razón a la chica de
esa familia que era de nuestra edad la llamábamos "la comunista". Así
es la Zona Prohibida, no se distingue el culo de las témporas.
La aparición de Podemos como un susto no hace más que
acelerar una tendencia absolutista a estrechar el marco de lo discutible y
ampliar el campo de lo dogmático. La palabra "sistema" designa un
terreno cada vez más
pequeño y cada vez más ideas son antisistema
porque cada vez hay menos cosas debatibles. Es antisistema, por ejemplo,
no dar prioridad a la contención y reducción de la deuda pública. Bien, quizá
sea verdad que hay que pagar lo que se debe. Después de todo, hasta el
Padrenuestro quitó eso de perdonar las deudas a nuestros deudores. Pero es que
unas formas de subir la deuda son antisistema y otras no. Capitalizar bancos
ruinosos con fondos públicos que no se recuperarán es una medida dentro del
sistema, aunque dispara la deuda pública. Subir esa misma deuda creando
hospitales, contratando profesores o manteniendo el sistema de pensiones, en
cambio, es antisistema. No trato de decir ahora que rescatar los bancos sea
malo y mejorar la sanidad pública sea bueno. Digo que una cosa y otra son
debatibles. Pero la doctrina oficial es que no hay debate: no rescatar los
bancos es antisistema y mejorar la sanidad también es antisistema. Y ya se sabe
que en la Zona Prohibida todos los culos son témporas: lo que sea antisistema
será bolivariano, etarra, comunista y testigo de Jehová.
Como digo, el sistema cada vez es más pequeño. Tanto que ya
no cabe la ley dentro de él. Es imposible que la extorsión mafiosa de los Pujol
o de Blesa fuera desconocida para los responsables políticos y jurídicos. Los
indicios de prácticas delincuentes continuadas individuales y de grupo en estas
décadas de delirio son tan evidentes como palmaria se hizo en el Tour de
Francia la sospecha de prácticas de dopaje organizadas. En el Tour se hicieron
redadas y rodaron cabezas con sus laureles. En cambio, en nuestro ruedo ibérico
tenemos más aforados que en el resto de Europa junta. Pretender pedir cuentas
al rey saliente, a ex-presidentes o presidentes incluidos en listas de pagos en
b, a ministros con jaguares caídos del cielo o hacer redadas en partidos
implicados en prácticas delincuentes por décadas es populista y antisistema.
Incluso señalar con el dedo privilegios que pesan sobre nuestras espaldas y
nuestra sanidad y servicios públicos es estar contra la política y el sistema
de partidos. Cada vez hay que callar a más cosas para no salirse del sistema y
del país, como Mondale.
Como decía, es interesante la reacción que suscita Podemos.
Por más que se desgañiten, no se está hablando contra el sistema: nadie pone en
cuestión que haya elecciones, libertad de opinión y de prensa, división de
poderes, propiedad privada, acumulación de riqueza, ... No parece que España
esté en riesgo de hacerse testigo de Jehová. Tampoco se están diciendo cosas
más radicales de las que se oyen normalmente. No creo que Podemos esté diciendo
nada sustancialmente distinto de lo que Izquierda Unida, por ejemplo, dijo
muchas veces. Y además IU lo dijo en el Parlamento y no en La Tuerca.
Esos oídos lastimados y lastimeros que nos advierten
asustados que nuestras ideas no se salgan del país no están oyendo nada que no
hayan oído antes. No es lo que oyen lo que los asusta. Les asusta lo que asustó
al Michel Corleone de El Padrino en Cuba: es que pueden ganar. Llegan
sin esa mochila que, aunque Cayo Lara no se dé cuenta, es más un lastre que un
aval, en un momento de máxima desagregación social y sin querer entrar en el
juego de privilegios y prebendas. Y pueden ganar. Si los revolucionarios
cubanos pudieran ver la reticencia de Corleone a entregar el maletín de dinero
al capo Hyman Roth, cobrarían moral al saber que era el enemigo el que más creía
en su victoria.
Lo paradójico de la reacción de partidos y prensa alimentada
es que son los que están convenciendo a todo el mundo de que Podemos realmente
puede. Las maneras y la forma de organización de la nueva fuerza son,
obviamente, eficaces, pero su mayor éxito propagandístico es convencer a sus
rivales de que pueden ganar y que sean ellos los que nos lo hagan saber. No hay
mejor pregonero que tanto columnista metido a historiador de cucharón y tanto
político reiterando simplezas haciendo la propaganda. Quizá se estén quedando
ellos fuera del país.
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