sábado, 13 de diciembre de 2014

Retrato con transparencia y pregunta

Quién le iba a decir a Antonio López, cuando empezó en 1994 a hacer un retrato hiperrealista de la familia real, que en realidad estaba haciendo una caricatura, una especie de viñeta cómica irónica. Se dice que, cuando Picasso hizo el retrato nada hiperrealista de la poeta Gertrude Stein y alguien le hizo notar que no se parecía a la retratada, él contestó que perdiera cuidado, que ya se parecería con el tiempo. A Antonio López le pasó lo contrario. Mientras él pintaba y se afanaba en los detalles, la consabida campechanía del monarca, la espontaneidad en la compostura familiar, la inocencia de la corona y su simbolismo patrio fueron desapareciendo en bandazos ruidosos, como los que da un globo deshinchándose. Antonio López pintaba y la realidad se le iba, como si su cuadro le robara el alma y lo que quedase fuera de él fuera un cascarón vacío. Así es la diferencia entre la historia y la actualidad. Para la historia quedará una obra de arte y para la actualidad una burla digna de La Codorniz.
Carlos Vara digo en este periódico con afilada intuición que el cuadro era el reverso del retrato de Dorian Gray. Aquí es el retrato el que mantiene la inocencia y lo retratado lo que se afeó de vejez y escándalo. Pero, reteniendo la imagen, quizá la familia real, con el yerno delincuente, la infanta acorazada por la doctrina Botín y el Rey saliente con opacidad aforada exprés, sea el retrato de Dorian Gray de la vida pública española.
Siempre dije que la mayor degradación no era la que ocultaba la verdad, siendo también infame, sino la que desdibujaba en el ánimo colectivo la separación del bien y el mal. Los gobiernos de Felipe González mentían cuando negaban tener que ver con los GAL o la corrupción, pero al menos su empeño en mentir mantenía en el mal el crimen y el robo organizado; no se echaron capas sobre capas para hacernos sentir que no siempre un tiro en la nuca es un crimen. Esta legislatura intensificó todas las atrofias y todas las perversiones que fueron creciendo estas décadas. El cinismo, es decir, la exhibición impúdica del desprecio a las normas llega a hacernos perder la perspectiva de cuáles eran las normas y a hacer borroso el límite de lo aceptable y lo inaceptable.
Dicen que los faquires que se tumban sobre un colchón de clavos pueden hacerlo porque, al ser muchos clavos, no presionan lo suficiente. Si se echaran sobre uno solo, se lo clavarían. Probablemente la sociedad española mantiene calma y convivencia porque lo intolerable se le ofrece en dosis tan plurales que el conjunto de casos acaba por no pinchar como pincharía uno cualquiera de ellos.
Sólo por este principio podemos encajar dentro de lo aceptable que el partido que gobierna lleve robando de forma organizada y sistemática desde los años ochenta y que de forma visible se aleje de la carrera judicial (Garzón) o de la investigación (Ruz) a cuanto juez se le ocurra acercarse. El agravante de lo que se va sabiendo de la trama Bárcenas-Gürtel no es sólo el botín que se venían repartiendo estos quinquis que ahora, con sus sueldos en el Portal de Transparencia, hacen corrillos comparando ingresos y diciéndose que deberían cobrar más como fulanito o menganito. El problema añadido es que se deja ver cuántas decisiones políticas estaban compradas de antemano con moneda corriente, con el pueblo al fondo como convidado de piedra.
El truco no es tanto ocultar como alterar la perspectiva. Todo consiste en representar la realidad con escalas diferentes sobre un mismo plano. Un cuadro podría tener una pequeña mota de pintura parásita en un pliegue del vestido de una mujer retratada. Si echamos un cubo de pintura sobre el rostro de la dama, el cuadro tendrá un problema mayor que el de la mota de pintura. Pero si alejamos el cuadro y ponemos muchos aumentos en la mota de pintura, con la perspectiva así distorsionada, parecerá que el pequeño lunar es un defecto comparable al manchurrón de pintura. Sólo así pueden aparecer con el mismo tamaño en un mismo plano los desfalcos de Bankia, la mafia Gürtel, las atrofias universitarias y no sé qué papel del contrato de Errejón. En vez de limpiar la basura, se pone una lupa de muchos aumentos sobre quien la señale para mostrar que el grano que tiene en la barbilla es tan grande como todo el basurero. Los ex-presidentes que tienen sueldazos millonarios sin horarios de trabajo conocidos en grandes empresas que pagamos todos en nuestros recibos se alejan en la perspectiva y a la vez se pone la lupa sobre el horario de un contrato de poca monta de una persona a quien le cambió la vida en un par de meses. Para que el cuadro quede completo, se vuelve a hablar de la endogamia universitaria, debidamente ampliada para que quede del mismo tamaño que Bankia y Rato, pero no tanto que sea mayor que la beca de Errejón. Así se va componiendo una actualidad a distintas escalas que deja al ciudadano mareado y sin referencias de dónde estaba el bien y dónde el mal.
A veces una imagen, un sonido, una escena o un gesto tienen la santa oportunidad de sintetizar lo complejo en una intuición simple. Ocurrió hace años cuando un niño africano desnutrido y en los huesos se tambaleaba en el suelo y un buitre se le acercaba por detrás. Y a otra escala infinitamente menor nos concentró en un punto el momento político actual Sergio Martín con su pregunta a Pablo Iglesias que ya no hace falta repetir. Llenar la televisión que pagamos todos de patanes y espantajos de extrema derecha forma parte de ese cinismo que llega a alterarnos la medida de las cosas. Pero Sergio Martín nos despertó a todos sintetizando toda la miseria moral de nuestra actual vida pública en una frase admirablemente breve y completa.

Antonio López debe estar deprimido. Veinte años del mejor arte hiperrealista invirtió para mostrarnos una realidad que se le fue yendo mientras él retocaba y retocaba. Y llega Sergio y en un par de segundos emite una de las frases más zafias que se hayan oído y la realidad acude en tropel y se deja representar entera en esos dos segundos. Qué injusticia. Y no crean que me olvidé de la transparencia anunciada en el título, que tiene ya su portal y todo. Llevo todo el tiempo hablando de ella.

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