En los encuentros donde hay que llegar
a algún acuerdo y cada interlocutor tiene sus propios intereses, una de las
habilidades dialécticas más ventajosas es la de saber dar fin a la reunión. A
medida que avanza una reunión así, en distintos momentos van siendo distintas
las posibilidades que parecen ganadoras. Los posibles desenlaces, lo que el
Telediario llamaría distintos “escenarios”, se van sucediendo como un magma
lento. Es cuestión de tiempo. Las posibilidades no dejan de desplazarse pesadamente
de una a otra. Si cuando esté sobre la mesa la que nos es favorable somos
capaces de hacer ver a los demás que la reunión termina ahí, saldrá el
resultado que queríamos. Sólo hay que esperar y parar el proceso en el momento
adecuado. Cosas curiosas del mundo real.
En Andalucía, como en el resto de
España, la situación política no se está quieta, fluye y cambia de forma.
Susana Díaz entendió que el PSOE estaba mal, pero que en todas las evoluciones
posibles el PSOE sólo podía empeorar. El PP con un líder indemostrable y una
gestión en Madrid indefendible ni estaba bien ni iba a mejorar, pero quién
sabe. Podemos con el tiempo sólo podía hacerse más amenazante. IU en ningún
caso iba a poder con el envión de Podemos y lo de Ciudadanos era cosa de la
prensa y el PP, nada que tuviera que ver con ella. Así que como buena jugadora
de reuniones entendió que ahí había que parar la legislatura, que el actual era
el mejor “escenario” que se podía permitir.
Lo que hizo al convocar elecciones fue
una maniobra. En política debemos entender que una maniobra es cualquier acción
de cierto alcance que oculta sus verdaderos objetivos y que tiene que ver con
la ocupación del poder más que con la gestión de los asuntos públicos. Las
maniobras son necesarias porque una parte fea pero inevitable del ejercicio del
poder es mantenerse en el poder y no se alcanza el poder sin maniobrar. El
talento de los maniobreros es un talento necesario. Lo que no nos gusta de los
maniobreros es que sólo sepan maniobrar. La gente que sólo sabe hacer eso
tiende a gestiones abundantes en maniobras y pobres en actitud de servicio. Y
una sobrecarga de maniobras es siempre un exceso de opacidad para el ciudadano
corriente.
El talento maniobrero de Susana Díaz se
le suponía. Ya se repitió y se seguirá recordando que es un típico ejemplo de
militante de casta que no hizo nunca ningún trabajo más que el de ser
militante. No de ser política. De ser militante. El talento que se educa en el
caldo gordo de los aparatos de partidos es el de la maniobra. Y el adelanto
electoral lo fue. La situación de Andalucía no es ahora más estable que antes,
cuando tenía los mismos diputados y el apoyo desganado y gruñón de IU. Es
cierto que no es concebible que todo lo que no es PSOE se fusione en una
mayoría de gobierno. Pero sí es posible que, cada uno por sus motivos, se mezclen
y sumen en una mayoría de bloqueo y que Susana Díaz se encuentre con más
problemas para gobernar de los que tenía antes; y más si tenemos en cuenta que
vienen más elecciones y que nadie quiere ir a ellas cargando con el mochuelo
del PSOE andaluz y sus EREs.
Lo que consiguió Susana Díaz no es
estabilidad. Le dio un zarpazo al PP y cogió con el paso cambiado a un Podemos
que estaba en proceso de formación. Y además ganó peso, y de qué manera, dentro
del PSOE nacional. Todos son objetivos no confesados y todos ajenos al bien
común. Todo pura maniobra. En realidad el PSOE tuvo los resultados más bajos de
su historia en unas autonómicas andaluzas. Más bajos que en las últimas
elecciones, donde había tocado fondo. Pero así están las cosas. Bajar un poco
por debajo del fondo cuando tu rival se despeña y la nueva fuerza amenazante
“sólo” quintuplica sus resultados europeos es todo un éxito. Sin ironía. Es
todo un éxito.
Tras años zambullidos en la nada, este
es el tercer empujón anímico que tienen los socialistas. El primero fue la
intervención de Pedro Sánchez en el debate sobre el Estado de la Nación.
Llevaba tiempo el PSOE haciendo de marca blanca del PP para mantener la
monarquía, la ortodoxia y el régimen. Y, en el colmo de la bobería, no parecían
tener más energía que la que empleaban para hacer de oposición de Podemos.
Sánchez en el Debate hizo lo único que pueda dar visibilidad al PSOE en los
tiempos del cólera: subrayar sus desacuerdos con el PP y hacer oposición a
quien gobierna, no al aliento que sentía en la nuca (¡y lo que se enfadó Rajoy
por despertarlo de la siesta!). El segundo fue el nombramiento de Ángel
Gabilondo como candidato por Madrid. El aplauso que sonó cuando citó a Kant no
indicaba un ansia colectiva repentina por la crítica de la razón pura. Era puro
alivio, el alivio por oler algo de inteligencia traída de fuera del aparatón
entre tanto gañán endogámico. Y el tercero es esta foto favorable que consiguió
Susana Díaz con su maniobra.
Podemos entra en el nuevo parlamento
con fuerza, pero sin arrollar, lo que quizá decepcione a sus hinchas y aliente
alguna bravuconada de los señalados como casta. Podemos todo este tiempo fue eficaz, entre otras cosas, en
inyectar optimismo y certeza de victoria. Es el reverso de IU, que siempre olió a perdedora. El pedrusco
de Cayo Lara dice que por pureza de principios. Por tal cosa se puede ser minoría
eternamente. Pero ser irrelevante siempre sólo puede ocurrir por ineficacia. El
dial de Podemos es delicado. La moral de victoria tan movilizadora es también
lo que puede dar lugar a la decepción. La hinchada debe saber que los cambios
políticos, como los cambios de peso, no son reales si son instantáneos.
En realidad las tendencias se mantienen
y se siguen apuntando. Se dobló el número de votantes que ya no votan a PP ni
PSOE, por lo que el desgaste del bipartidismo sigue su curso. Fuera o no la esperada,
la entrada de Podemos es significativa y el impacto que pueden lograr desde las
instituciones, y más en un feudo como el andaluz tan necesitado del
regeneracionismo radical representado por Podemos, puede ser muy notable. Pero no olvidemos
que Susana consiguió hacer una foto fija en lo que era un proceso y que la
proyección del principio de Heisenberg a la comunicación pública dice que no se
puede reflejar la realidad sin afectarla. No se puede saber ahora cuánto
afectará a las próximas elecciones la maniobra de Susana Díaz.
Las posibilidades de un cambio político
relevante en España no mejoraron. Pero tampoco parece que hayan retrocedido. El
PSOE tiene la moral más alta (no hace tanto que los propios militantes sentían
que el partido caminaba a su descomposición). Y el PP parece desnortado, de
tanto Montoro escondido, tanta Esperanza como un hueso atravesado en la
garganta y tanto olor por todas partes. El PSOE ya lanzó su arma principal.
Veremos las réplicas.
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